
Marcela Aguinaga: la entrevistada dificil
La política de la guerra. La segunda vicepresidenta de la Asamblea y directora provincial de Alianza PAIS, Marcela Aguiñaga, es una entrevistada difícil: adjetivos calificativos, escapes a realidades ajenas y afín al ‘pero’, al ‘ellos peor’, al ‘recuer
La política de la guerra. La segunda vicepresidenta de la Asamblea y directora provincial de Alianza PAIS, Marcela Aguiñaga, es una entrevistada difícil: adjetivos calificativos, escapes a realidades ajenas y afín al ‘pero’, al ‘ellos peor’, al ‘recuerde esos tiempos’; así se muestra en esta conversación con EXPRESO.
PAIS va a definirse por dos opciones en octubre: Glas o Moreno. Usted ya tomó esa decisión.
Lo he manifestado públicamente. Como Marcela Aguiñaga he dicho que soy amiga del señor vicepresidente. Conozco de su perfil profesional y creo que puede ser un buen candidato, sin desmerecer a Lenín.
¿Se arriesga a pesar de la claridad de las encuestas?
Mire, yo soy una nueva política y hay cánones que no manejo de la política del pasado. Entre la política y la amistad para mí siempre estará la lealtad. Más allá de que siempre seré orgánica dentro del movimiento mientras sea parte de él.
¿Nunca se incomoda en PAIS?
Todas las organizaciones te ponen a pensar. Hay circunstancias donde he tenido debates muy profundos, acusaciones, momentos incómodos.
Eso dice siempre...
A pesar de que cierta prensa las niega.
Primer round. A lo largo de la entrevista, Aguiñaga cargará contra la prensa, o la pregunta o el periodista o un político, antes de atreverse a una respuesta.
¿Por qué cree que ha calado la imagen de una Asamblea que se comporta como un ministerio legislativo del presidente?
Creo que hay un error en la forma del quehacer moderno de la política. Creemos que tenemos que tener estas separaciones antagónicas entre dos funciones del Estado. Cuando fuimos candidatos no decíamos que el plan de Gobierno de Rafael Correa y la lista 35 no es mío. Todo lo contrario.
Aguiñaga tiene la autoría de “aquí no hay separación de poderes”, una frase que mantiene, aunque contextualiza. Lo denomina: la política moderna. La misma en la que, considera, es adecuado que un presidente acompañe al candidato de su partido en vehículo oficial y con seguridad pública a la campaña. El ejemplo lo busca lejos: Barack Obama, dice. Aquí, en Ecuador, se habría encontrado a sí misma envuelta en un cruce de denuncias sobre supuesta campaña anticipada.
¿Cómo fue que entró usted en este lío?
Buena pregunta. Yo no entré en el lío. Un movimiento, Unidad Popular, nos ha acusado de utilización de recursos públicos.
Delito grave...
En segundo lugar nos han acusado de haber pautado una cuña radial donde promocionábamos la visita de Alianza PAIS y la feria ciudadana. He respondido que efectivamente hay un audio, no una cuña radial, que no es de autoría de nuestra organización.
¿De dónde salió entonces? ¿Tiene alguna teoría?
Siempre hay simpatizantes entusiastas. Pero no ha sido contratado por Alianza PAIS. Lamentablemente, ese día han dicho pseudoperiodistas que estábamos pegaditos. No estábamos pegaditos ni los fondos públicos financiaron la carnetización. Yo, efectivamente, como una persona más, estaba en el barrio. Me acerqué porque cuando me piden una foto no puedo negarme.
Pero usted no es una persona más. Es la vicepresidenta de la Asamblea, la directora provincial del partido de Gobierno.
Sí, pero me piden una foto y eso di. Yo toqué a las puertas y los invité a sumarse, nada más.
Y ahí afuera estaban los servicios públicos.
No estábamos pegaditos.
¿Estaban dónde, exactamente?
A una cuadra de distancia. He dicho que fuimos a la feria, no lo he negado. Como pudo haber ido Madera de Guerrero, CREO. Cualquiera.
Si ellos hubieran ido no habría escándalo. Después de todo, ellos no podrían mover a las instituciones gubernamentales porque no son partidos de Gobierno.
¿Y quién le dijo a usted que yo moví instituciones?
Nadie. Pero entenderá por qué resulta sospechoso.
A nosotros nos han acusado, tienen que demostrarlo.
Segundo round. No tan tosca como la Aguiñaga que careó a Estéfani Espín en Ecuavisa, la semana anterior, para acusarla en directo de “sesgada”; no tan sonriente como la Aguiñaga de las fotos de campaña. Esta Aguiñaga se muestra cordial: “usted no me ha acusado de nada”, dice, aunque en sus manos tenga un perfil del entrevistador con la nota: “comparte opiniones contra el Gobierno Nacional”, en subrayado. Fiel al prototipo oficialista, Aguiñaga pone el ojo en el periodista antes que en la información. “Porque me gustaría un periodismo serio y frontal”, asegura. Frontal.
Se describe frontal. ¿Puede decir si el país vive una crisis o no?
Una situación compleja como la vive todo el mundo. También Europa.
¿Crisis o no crisis?
Creo que el presidente Correa nos ha sacado a flote en tiempos de tormenta económica.
¿Por qué le rehúyen tanto al término crisis?
No se le rehúye. La crisis que vivió el Ecuador es la del feriado bancario (1999).
¿No puede haber más de un período de crisis en un país?
Pueden haber cientos de períodos.
Le ha costado concederlo. Ocho meses antes de que el presidente Rafael Correa zanjara el debate con su célebre “académicamente no estamos en crisis”, al oficialismo no le costaba tanto. La propia Aguiñaga escribía entonces en Twitter: “La crisis no es del Gobierno. Es un tema nacional que nos compete a todos”.
¿Qué se juega PAIS en 2017?
El todo por el todo.
Se juega la presidencia, la Asamblea; el poder.
Pero Alianza PAIS es el medio, no el fin.
¿A qué atribuye que solo el 17 % del país confíe en la Asamblea, según Perfiles de Opinión?
En la Asamblea es difícil conectar con el ciudadano, porque lamentablemente no es una obra tangible: no hacemos carreteras, escuelas, vías. Y el ciudadano dice: “¿usted qué hace?”.
Tampoco pasan desapercibidos. Han tenido mucha calle caliente.
No creo que haya que desmerecer las manifestaciones.
Round tres. Es fácil decirlo. Pero difícil aguantarse. A párrafo seguido se refiere a las “agresiones violentas” de las manifestaciones en las que cree que “no había policías que agredían ciudadanos” y en las que volaban “botellas de cerveza”.
¿Le parece que su Asamblea es austera?
Me parece austera. Los asambleístas no tienen más de dos asistentes y dos asesores. Y no tienen carros.
¿Usted tampoco?
Como vicepresidenta tengo la posibilidad de tener seguridad y chofer.
¿Y su carro es privado?
Público.
Round cuatro. Para contraste, el Congreso anterior. Aguiñaga cita anécdotas de “cafecitos cargados. Usted entenderá a qué se refiere”. Tal vez por eso se pasaban de la raya, alega.
Usted también estuvo a punto de pasar la raya, ¿verdad?
Sí. Pero no la pasé (sonríe).
¿Se detuvo o la detuvieron?
Yo no me pasé de la raya. Había una asambleísta, Fanny Uribe, que me quiso agredir. Una de las cosas que los ciudadanos deben exigir es que los debates sean sobre el tema puntual en discusión. Lamentablemente, algunos debaten sobre cualquier cosa: situación económica del país, el enlace del presidente...
Mal de todos. Usted ha hablado del Gobierno de León Febres-Cordero en una sesión de 2015. Mire si han pasado los años.
Pero involucrado en el contexto de la ley que discutimos.
Trataban las enmiendas.
Era distinto. Me refería a acusaciones que nos habían hecho. Es parte del escenario político.
¿No cree que las tres mujeres de la Asamblea han desperdiciado una oportunidad histórica?
No. Hemos abierto un espacio. No es fácil hacer política.
Y si abrieron un espacio, ¿por qué ninguna mujer de su partido aspira a la presidencia?
Porque quizás nos falta trabajar en eso: trabajar en cuadros de mujeres fuertes. Es una tarea pendiente.
La oposición promete fiscalizarlas post mórtem política. ¿No le genera recelo?
Yo creo que no.
¿Ni aunque se advierta un desfile de enjuiciados políticos?
Para eso tendrían que ganar.
Round cinco. Antes de irse, Aguiñaga jugará a irse por las ramas: reconocerá la Ley de Comunicación como “compleja”, tildará de “demagogia” el interés de derogarla, acusará de “cínicos” a los periodistas que la increpan y dudará de su financiación. También asegurará que su declaración de bienes es pública aunque “no sabría decir si está en la web” (días después, uno de sus asesores comunicará a este Diario que se colgó la declaración en su blog). Y después de casi una hora de diálogo huidizo y desconcertante, esta se convertirá en una entrevista difícil. Tan difícil, que no tiene ni título.