El mar que une y separa

Este título que hoy nos cobija viene de una vieja expresión que se usa para referirnos a esas grandes inmensidades oceánicas que con sus aguas cubren la mayor parte de nuestro planeta. Así, los científicos, biólogos y oceanólogos se dedican al estudio de la fauna y flora que sobrevive en las profundidades. Y los poetas y narradores se valen del mito y de la tradición acudiendo a las figuras mitológicas, como la de Neptuno, con su largo tridente, y de las sirenas, que tratan de seducir a los nautas (los obligaban en la antigüedad a atarse al mástil de sus naves para salvarse así de la tentación) con sus mágicos cantos y seductoras voces.

Pero no todo es ciencia y poesía en estos mares de sospechosas calmas que generan peligrosas tormentas. Y es que además de la corrupción que corroe al Estado y de la amenaza del narcoterrorismo por la frontera norte, estamos sufriendo la plaga de la piratería a lo largo de nuestra costa e incluso en las aguas de grandes ríos. Los miles de pescadores artesanales que salen cada día a faenar entre las olas y la espuma para llevar el sustento a sus hogares, son víctimas de estos delincuentes marinos que se les llevan, sobre todo, los motores, comprados a costa de grandes endeudamientos, así como el producto de la pesca. Y se tiene registrada, además, una alta cifra de víctimas mortales por los ataques con sofisticadas armas de fuego.

Algo igual de grave es que por estas pérdidas provocadas por la piratería, nuestros pescadores, especialmente de Manabí y Esmeraldas, ante las necesidades que se les acumulan, no pueden resistir a la tentación de los “narcos”, que los convierten en cómplices de su negocio al hacerles transportar la droga desde puertos ecuatorianos hasta Centroamérica. Son ya decenas de nuestros compatriotas los que por este delito han ido a parar a las cárceles norteamericanas con una sentencia de algunos años “bajo sombra”.

La Armada Nacional viene cumpliendo, ante esta problemática, una intensa y plausible labor en nuestras aguas territoriales. Pero, al parecer, todavía falta un poco más de acción protectora, con más personal y más lanchas patrulleras. La situación crítica parece así exigirlo.