Manta y el teatro

Manta celebró su fecha cívica el 4 de Noviembre, todavía adolorida por el terrible terremoto de abril. No está saturada la herida por la irreversible pérdida de vidas, viviendas, negocios, con secuelas sicológicas, económicas y el impacto que significa tener que rehacer lo que se construyó durante la vida. Ese hecho que destruyó parcialmente su Teatro Universitario Chusig, no impidió en setiembre la realización del XXIX Festival Internacional de Teatro que organiza anualmente el grupo La Trinchera, el cual tiene un sólido prestigio en el campo de la dramaturgia a nivel internacional y ha sido gran motivador para que en el país otros grupos de teatreros sigan su huella.

Este evento ha formado un público familiarizado con el arte dramático; lo disfruta, aplaude y respalda. Lo señalado no tendría tanta trascendencia sin reconocer el permanente esfuerzo de quienes lo promueven: Nixon García, Rocío Reyes, Magereger, Freddy y más integrantes de La Trinchera, que desde hace 29 años, venciendo limitaciones, carencia de recursos, demuestran que cuando se quiere lo que se hace y existen convicciones, sueños y dedicación, las ilusiones iniciales se convierten en alegres realidades.

Si Manta ostenta ser una ciudad-puerto, universitaria, pesquera, turística, también es orgullosa de una actividad teatral que la convierte en sede de un efectivo diálogo de saberes, de vivir una genuina relación intercultural. Los grupos que vienen de todas las latitudes del planeta facilitan encuentros en los que fluye la camaradería, el intercambio de ideas, el conocimiento directo de tradiciones.

Si los seres humanos disfrutamos la comedia o sufrimos la tragedia humana, el teatro posibilita con sus actores y actrices, ser testigos de dramas y controversias vividas por la humanidad a través de los siglos. Hay que recordar lo que decía el inolvidable comediante inglés Charles Chaplin: “La vida es una obra de teatro que no permite ensayos, por eso canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida, antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos”.

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