Al maestro con afecto

Después de una fructífera existencia de 89 años, lo venció el destino humano, como diría Miguel de Unamuno, y Jorge Vivanco se cobijó para siempre en la Pachamama. Pero dejó para la posteridad una extensa producción periodística- que va desde las revistas La Calle a Vistazo y desde los diarios El Comercio a EXPRESO- y un conjunto de enseñanzas de vida y profesión para los periodistas, de ahora y del futuro.

Conocí a don Jorge, como siempre lo llamé, hace aproximadamente tres décadas, en un seminario sobre los problemas de Guayaquil de la época. Tuvimos química inmediatamente y me pidió mi teléfono para conversar sobre la temática en otro momento. Después de varias semanas me llamó para anunciarme una visita, con “conversatorio” incluido, en la cual acabó proponiéndome que colaborare con mis investigaciones para publicarlas en EXPRESO. Y para formalizarlo me invitó a conocer las instalaciones del periódico y me presentó a don Galo Martínez, el director.

Desde el inicio de mi “enganche” como aprendiz de comunicador, comencé aprendiendo a aprender y aprendiendo a hacer bajo la consejería de don Jorge, que con actitud socrática de maestro me fue aconsejando y corrigiendo sobre la marcha cómo se presentan los artículos y los editoriales de un diario. Me ilustró también a titular y en varias oportunidades, de manera enérgica pero sonriente, me dijo que los juicios de valor los debe poner el lector no el articulista, entre otras enseñanzas, con lo cual pude vencer mis miedos de principiante, que posteriormente con lecturas y la práctica cotidiana me han permitido aprender a escribir para lectores en general, y no solo para cenáculos académicos. Sus lecciones hasta ahora me sirven en este oficio, por eso mi afecto y gratitud.

Finalmente, en don Jorge se cumplió la afirmación de José Saramago: “Mientras más viejo más sabio, mientras más sabio más radical”, ya que el maestro nunca claudicó y siempre luchó contra el autoritarismo, la intolerancia, la prepotencia y la corrupción. Y, “los árboles mueren de pie”, según Benaven.

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