Macri, una estatua de sal

Los números lucen de terror: la inflación que se decía se ubicaría en 15 %, terminará el año por sobre 40 %; siendo solo la de septiembre del 6,5 %. El PIB que se pronosticaba crecería en 3 %, posiblemente caiga por debajo de 2 %. El dólar inició el año a 23 pesos, llegó a 42, retrocediendo un poco en los últimos días. Para enfriar al tipo de cambio las tasas de interés las subieron a más del 70 %. La imagen de un Macri ganador, componedor de entuertos, es tachada de ineficiente por un 65 % de la gente que dice que las cosas van mal, muy mal. A Macri le explotaron los puentes que minó la señora K, luego de un demagógico gasto público que era insostenible, impagable, pero mientras duraba, tenía a muchos felices. Hoy Argentina pende del hilo del FMI y de las simpatías de ‘Mister’ Trump. Muy posiblemente la última reestructuración de deuda se vaya al impago, y con el nivel actual de tasas de interés se ahogue el sector productivo, combinando entonces los factores para una tormenta perfecta: estanflación. Tengo muy queridos amigos argentinos que la están pasando muy mal, y más allá de la solidaridad que se tiene con quien sufre adversidades, escribo estas letras por nosotros, los ecuatorianos. A Macri le está yendo mal porque no tomó las medidas de ajuste fuerte en el momento en que debió hacerlo, desde el inicio. Temió perder su capital político en un país donde más del 50 % de las personas recibían de una u otra manera ayuda estatal, y donde el aparato productivo no era prioridad del gobierno de entonces.

Macri cree que el FMI le va a dar la mano sin que él asuma ser impopular y está equivocado. En nuestro país afortunadamente la dolarización nos ha quitado algunos dolores de cabeza, o digámoslo mejor, nos los ha diferido. Pero el crédito diferido también se paga. Si no bajamos los 150.000 empleados públicos que el país no los necesita ahí, si no adoptamos una política seria sobre los combustibles, si no instrumentamos mecanismos creíbles de solución internacional de controversias, si seguimos mirando atrás, nos vamos a convertir también en sal, estimado señor presidente.

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