En la sala destaca un retrato suyo pintado por el maestro Oswaldo Guayasamín.

Lucy de Chonillo: “mi familia es mi mayor logro”

“Soy mamá de cinco varones y ha sido una experiencia fuerte. Gracias a Dios he podido formarlos en valores, principalmente”

“Soy mamá de cinco varones y ha sido una experiencia fuerte. Gracias a Dios he podido formarlos en valores, principalmente”. Esta es la mejor forma de presentar a Lucy Breilh de Chonillo, quien nos recibe en su casa, decorada con elegancia y calidez.

Lucy, después de ser madre, ¿qué ha despertado en usted tanto compromiso?

El voluntariado para personas quemadas. El voluntariado empezó a inspirarme desde que mi esposo fue gobernador de los clubes Rotarios de Ecuador (2003) y pudimos visitarlos todos. Me encantó ver cómo zonas muy pobres pudieron ser transformadas por los rotarios, no solo a nivel de infraestructura sino de los hábitos de las personas.

Mientras nos cuenta los detalles de la enfermedad de su madre, razón por la cual tuvo que dejar el voluntariado (Asvolh), pienso que si Lucy no se reconociese a sí misma como el eje de esta casa estaría cometiendo una gran injusticia con ella. ¡Es que es una mujer esencialmente sencilla!

Me he tomado muy en serio el voluntariado, mi paso por la Sociedad de Damas del Honorable Cuerpo Consular y mi rol de hija. Sin embargo, durante los años en que mis hijos estuvieron en el colegio fui una mamá a tiempo completo. No hubo servicio social ni cafecitos en la tarde; yo misma los llevaba a sus clases de tenis o a los campeonatos de béisbol y natación. Me pasaba de un lado para el otro y siempre ayudando a mi esposo Lucho Chonillo. Él deseaba que pronto llegue el fin de semana para disfrutar de sus hijos, porque a veces no alcanzaba a verlos. Salía de casa a las 06:30 y regresaba a las 21:00. El trabajo de imprenta es de mucho sacrificio.

¿Su esposo es de aquellos que realizan tareas en casa? ¿Cocina, por ejemplo?

No. No cocina ni se anima a hacer cosas dentro de casa, pero cuando vamos a Salinas o Pallatanga se destaca como un excelente anfitrión. Lucho trabaja muchísimo todavía. Creo, y en eso estoy de acuerdo con él, que mira su casa como el lugar para descansar sin tarea alguna por hacer.

¿Ha sido una mamá consentidora o suegra exigente?

Ser suegra es difícil. Cuando veo algo que no me gusta, se los digo a mis hijos a solas. Lo hago así porque quiero que mis nueras vean en mí a una amiga. Por eso actúo con prudencia, evitando ser intensa, y que ellas sepan que siempre pueden contar conmigo.

Con sus hijos no importa tanto la forma.

En un momento determinado, cualquier cosa que suceda se lo reclamo a mi hijo porque por eso él no va a dejar de quererme.

¿Qué consejos les daría a aquellas mujeres que van a ser abuelas por primera vez?

Observar con mucha prudencia y si tienen algún comentario decírselo al hijo, porque la relación suegra-nuera es muy frágil y hay que cuidarla. Pienso que con la experiencia que tengo, actuar así es lo más acertado para que cuando lleguen los nietos, ellos puedan acercarse a mí con confianza.

Lucy construye espacios para disfrutar de la familia, es una mujer sabia. Y tal vez por eso ha podido convocar permanentemente a todos los suyos en su casa de vacaciones en Pallatanga.

El lugar es lindo, pero mis hijos ya no son adolescentes, son adultos y profesionales. Sus distracciones son otras, quieren disfrutar más en familia.

¿Cuál ha sido la lucha más importante en su vida?

Cada encargo que la vida me ha dado me lo he tomado muy en serio. Desde lo más pequeño a lo más grande. Mi familia ha sido mi mayor logro. Soy feliz por eso.

¿Cuáles son los ingredientes para lograrlo?

Hay que tener una dosis bastante grande de paciencia y tolerancia. Definitivamente vale la pena luchar por la familia, principalmente saber manejar las situaciones que se presentan. A mí me costó, pero me ayudó haber leído muchos libros de autoayuda, como ‘Cuestión de dignidad’. Me sirvió porque aprendí a decir lo que pensaba sin necesidad de lastimar. Creo que el común denominador de todo es que soy extremadamente organizada, tolerante a veces, y tener a flor de piel, el deseo de servir, de ayudar.

Usted borda muy bonito.

Me encanta bordar. Las alfombras de mi casa yo las hago. Cuando era niña viajaba en vacaciones a Quito. Mis tías bordaban y me encantaba aprender nuevas puntadas y hacer suéteres y bufandas. Tuve un negocio de bordados computarizados por algunos años, me encantaba digitalizarlos y editarlos, pero lo vendí cuando mi esposo cambió la imprenta a Durán. Hace 12 años tuve la oportunidad de ser invitada a un grupo de bordadoras bajo la dirección de Josefina de Rizzo y esta actividad se convirtió en mi hobby.

¿Lo hace por negocio?

No. Con 30 amigas que son maravillosas en este oficio nos reunimos los martes. Somos como una hermandad. Charlamos y bordamos. Son momentos sencillos que me nutren de paz. También me encanta la jardinería. Amo las flores, cultivarlas, cuidarlas. Me alegran la vida.

Personal

- Casada por 37 años con Luis Chonillo.

- Estudió en el Junior College y tiene diploma de secretaria ejecutiva bilingüe.

- Hijos: Nathan, Luis Esteban, Juan Javier, David y Carlos Andrés.

- Nietos: Santiago y Alessia.

-“He bordado 12 alfombras. Además hice un colgante de tres caballos y un cuadro de un pueblo de muchas casitas”. (Fotos de su vivienda en Pallatanga).