‘Made in Ecuador’

Abro la puerta de la sala de sesiones de mi oficina y me encuentro con cuatro jóvenes, todos menores de 30 años: Víctor, ingeniero en logística; Andrés, ingeniero en estadística; Emanuel, ingeniero en telemática, todos de la Espol, y Erick, ingeniero electrónico de la Salesiana. El día anterior, en la inauguración del local #200 de una cadena de supermercados había conocido a Víctor, el capitán del equipo, a quien le pedí reunirse conmigo porque quería saber cómo habían parido a Lucía. Quería entender cómo había sido el proceso, la idea, el ambiente de trabajo, los estímulos y los momentos amargos que tiene todo proyecto trascendente. Ellos habían tenido el ingenio para diseñar y fabricar un robot con capacidad autónoma, para diversas funciones de control y gestión de inventario. Después de darme una detallada descripción de las funciones del robot, la tecnología que utiliza, el papel que cada uno jugó en el proceso de su creación, las vicisitudes que pasaron desde que surgió la idea y la energía impuesta por la dirección general de su organización para que se cumplan tareas y tiempos, les pregunté por qué le pusieron Lucía como nombre. Entre risas contaron que barajaron varios nombres de mujer, dado que los robots siempre llevan nombres femeninos, pues terminan haciendo las tareas mejor que los hombres. Les pregunté si no les preocupaba que sus desarrollos tecnológicos terminen destruyendo empleos de personas de carne y huesos. Rápidamente explicaron que la tecnología no destruye el empleo sino que lo transforma, y en el proceso de transformación se crean nuevas formas de trabajo y se eleva la calidad de vida. Yo añadiría que la tendencia es irreversible, aunque en Quito se pare de cabeza la Majo y se pinte de amarillo.

El fondo de estas letras no es describir la tecnología que desarrollaron, sino poner en relieve que en Ecuador está surgiendo una generación de jóvenes talentosos, que con el apoyo y la guía de líderes de la empresa privada pueden llevar al país a un nivel diferente.

Salud por su ingenio y porque Lucía es totalmente ‘Made in Ecuador’. Sí se puede.