‘Go Fabi go’

Llevan 9 empates los muchachos que disputan desde hace una semana el campeonato mundial de ajedrez. Fabiano Caruana es el primer contendor gringo al título en décadas; obtuvo su rango de gran maestro a los 14 años. Magnus Carlsen ostenta el título desde hace 4 años. Noruego, es gran maestro desde los 13. Dos prodigios; ninguno ha llegado a los 30 años.

Con entrenadores y supercomputadoras, los ajedrecistas de élite son una suerte de bisagra entre la era de los humanos y la de los robots. En la partida del lunes, Caruana jugaba negras y Carlsen blancas, lo que suponía una ventaja para el campeón. De repente Fabi sorprende a todos con una jugada: los robots -que no la habían anticipado- alertan que un mate podría llegar en 30 turnos.

Pero nadie sabía como. Ninguno podía imaginar la secuencia ganadora. A los periodistas se les trababa la lengua y pasó lo que se esperaba: Fabi no supo encontrar la secuencia perfecta y la sexta partida fue empate. Incluso después, cuando pudieron cotejar su juego con las computadoras, solo se miraron y sonrieron.

Sonríe también Dios o la sociedad entera cuando mira estas cosas. ¿Nos dominarán algún día los robots? Por el momento sabemos que en ajedrez y en Go ya no hay humano que se le cuadre a las súper computadoras. Pero también sabemos que en Go, en ajedrez y en nuestros bolsillos -llámense Siri, Cortana, Alexa, o Her- los robots saben y deciden gracias a los comandos y datos que sus creadores les hemos provisto sobre la experiencia humana: registros de partidas pasadas de ajedrez o de Go, gramáticas humanas, historia, etc.

Algunos ven, en variantes del semidiós griego, del pequeño dios nietzscheano o de la voluntad tecnológica de Kelly, igual autonomía en los robots que en los humanos. Pero John Connor envía su mensaje desde el futuro; a Mazinger lo maneja un humano, Iron Man no es nadie sin Tony Stark. Hasta los X Men gestionan sus derechos en el gobierno de los simples mortales.

El poder de la tecnología es una función humana. De cada vez menos humanos, pero de humanos. Antes tampoco había grandes maestros de 13 añitos.