Linchamiento mediatico

La Ley Orgánica de Comunicación vigente fue calificada por la opinión sensata del país como una ley mordaza porque se dictó para atentar contra las libertades de expresión y de palabra. Obviamente que los autores de esta ley no aceptan esta realidad y disfrazan su alcance con criterios que la sensatez no acepta. Esta ley, producto de la odiosidad a la diversidad de pensamiento, creó en el artículo 26 lo que denomina “linchamiento mediático”, que en concordancia con el artículo 10 numeral 4 letra J) dispone que “debe entenderse por linchamiento mediático la difusión de información concertada y reiterativa, para desprestigiar a una persona natural o jurídica o reducir su credibilidad pública”. El linchamiento, así concebido por esta ley, no es linchamiento. Linchamiento es una forma popular colectiva y multitudinaria de ejercer la justicia, satisfacer una venganza o plasmar una aversión dando muerte, calificada de ejecución de la pena capital, sin esperar el pronunciamiento del fallo condenatorio del Tribunal competente. Este es el concepto de linchamiento que consta en el diccionario enciclopédico de derecho usual del conocido tratadista “Guillermo Cabanellas”. Por este motivo es que la ciudadanía en momento alguno aceptó la denominación de linchamiento mediático que consagra la Ley Orgánica de Comunicación, porque no se ajusta al real concepto jurídico de este término. Lo que ocurre es que como esa ley fue dictada para crear miedo en las gentes temerosas de todo, ha sido utilizada por los políticos que cuando cometen errores y horrores en el ejercicio de sus funciones, y la prensa independiente y libre hace conocer a la opinión nacional esas barbaridades, sus autores que por cobardía no reconocen sus equivocaciones inmediatamente dicen que son objeto de un linchamiento mediático. Eso es lo que sucede en estos momentos cuando Augusto Espinosa, amparándose en esta absurda ley, presentó a la Supercom una acusación en contra de diario EXPRESO para que se lo procese por linchamiento mediático. Tremenda equivocación. Lo que cabe hacer es derogar la ley mordaza.