Linchamiento inaudito

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Linchamiento inaudito

El asesinato de tres supuestos delincuentes en manos de habitantes de Posorja revela el grado de violencia al que ha llegado la ciudadanía, que busca luchar contra la injusticia aun faltando a sus propias leyes.

Es alarmante el hecho de que la comunidad se haya dejado llevar por la ira con el fin de castigar a quienes presuntamente iban a secuestrar a niños de la localidad, versión que de inmediato fue desmentida por la Policía al señalar que el hecho no fue probado y que los implicados eran investigados por el robo de dinero a una mujer del sector.

Las imágenes sobre el linchamiento son sobrecogedoras. En ellas se puede apreciar a los iracundos ciudadanos destruyendo el cuartel policial para sacar a los detenidos de sus celdas y castigarlos a golpes frente a los pocos uniformados, que tampoco pudieron hacer nada para evitarlo, al no contar con los recursos disuasivos necesarios para contener la ira social.

Esto evidencia también la falta de previsión por parte de la institución, que tenía el deber de proteger la integridad de los implicados y controlar los desmanes para que exista un juicio justo. Sin embargo, se vio superada por una multitud enardecida que no respetó su autoridad y que se los arrebató de las manos.

Todo parece indicar que la comunidad reaccionó a lo que todavía es un rumor que circula en las redes sociales sobre la existencia de una banda que se dedica a robar menores de edad, ya que se dijo que los fallecidos intentaron llevarse a cuatro niños en un taxi que también fue quemado por los atacantes.

Sería inaudito que se llegue a comprobar que las víctimas no pertenecían a esa organización y que su muerte se debió a noticias falsas creadas en los medios digitales para fomentar una paranoia social incontrolable.

Es necesario insistir en que los delitos se castigan en las cortes y que la justicia se exige sin usar el “ojo por ojo, diente por diente”, como la famosa Ley del Talión. La desconfianza en los operadores de justicia no puede llegar al punto de atentar contra vidas humanas.

El Estado debe aprender de este hecho sin precedentes y tomar las medidas contra el linchamiento para garantizar la solución pacífica de los conflictos, pero también dotar a la Policía de todos los elementos para enfrentar situaciones de riesgo que tengan un desenlace fatal, como ya ocurrió en Posorja.