Dejar sentada las bases para que las nuevas generaciones conozcan la historia de El Morro esa fue la meta que llevó al médico Walter Vega de la Torre a escribir un libro que rescatase importantes episodios del origen y vida de esta parroquia rural de Guayaquil, con más de 300 años de existencia.

Le sirvió de apoyo al autor cada vivencia de las más de 100 fotografías de su padre Cristóbal Vega (+), que era fotógrafo y profesor de la escuela 6 de Marzo.

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Las imágenes datan de 1950. Los otros recuerdos solo quedaron en la memoria de nuestros antepasados, resalta Vega.

Vega dice que el libro relata de dónde venimos y quiénes somos. “Fueron los Chanduyes, que vinieron buscando zonas planas donde mantener el ganado. En 1737 llegaron a El Morro, donde encontraron un buen pastizal, y una salida al mar que es Puerto del Morro, por donde sacaban la producción ganadera; entonces se quedaron”.

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El autor asegura que este pueblo llegó de Santa Elena, donde ya existían poblaciones como Colonche. En ese entonces a los pueblos solo se los conocía como pueblos de la costa y entre ellos se hacían intercambios alimenticios.

Entre sus páginas se cuenta que la decadencia de El Morro que en algún momento de su historia llegó a ser cantón -de 1835 a 1855-, comenzó con la deforestación de sus bosques, para llevar la madera y reconstruir a Guayaquil tras el incendio de 1896, “lo cual desbastó la ciudad. Ya sin árboles llegó la sequía”, agrega Vega.

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Vega dice que el nombre de El Morro nace de unos riscos. Como la población tiene un cerro rocoso que se asemeja a un muerto, con los brazos sobre el pecho, le pusieron al pueblo El Morro y al risco rocoso, el Cerro del Muerto y al patrono de la parroquia, San Jacinto de El Morro, el santo polaco que desde la época de la colonia está en la iglesia, templo que, a la vez, es patrimonio nacional”.

El libro hace una reseña de la gastronomía, como el queso y la mantequilla morreña, de los sombreros de paja de toquilla, de la llegada de los Vegas, que vinieron de España, entre otras cosas.

Vega dice que el libro lo escribió basado en documentos, recopilando datos históricos y de lo que se ha contado de generación en generación, desde sus bisabuelos como Juan Francisco Adolfo Vega de la Torre, que fue el primer miembro de su familia que llegó a la hoy parroquia rural de Guayaquil.