Popularidad. Aclamado por la multitud, el presidente fue parco en saludos y evitó dar declaraciones.

Lenin, un caballero de los de antano...

El presidente entregó ayer su proyecto de ley contra la violencia machista. Dio un discurso edulcorado para una realidad trágica

Lenín Moreno cambió lo castrense por lo buenoide. Si Rafael Correa se hacía preceder por los acordes de ‘Patria tierra sagrada’ cuando llegaba a cualquier sitio, el actual presidente se acompaña por una canción del Serrat más optimista: ‘Hoy puede ser un gran día’. Así llegó ayer a la Asamblea, donde el Pleno lo acogió en comisión general para recibir de sus manos el proyecto de Ley Orgánica para la Violencia de Género. La cursilería y el buen rollito dominaron una ceremonia que debió estar signada por la tragedia.

Afuera, en la calle Juan Montalvo, agrupaciones feministas más conscientes de por dónde va la cosa se entregaban a manifestaciones performáticas de gran impacto. Una mujer se colgó con arneses del puente que cruza sobre la avenida Gran Colombia, simulando un ahorcamiento (quienes conducían por abajo entraban en shock con semejante imagen). De su cuello pendía un cartel con la cifra de la vergüenza nacional: una mujer asesinada cada 50 horas. Si la última fue de ayer, hoy puede, en efecto, ser un gran día. O no.

En la planta baja de la Asamblea se reproducía el despelote ya habitual desde que arrancó esta Legislatura y alguien decidió que la seguridad consiste en incordiar a todos. Simplemente no se podía caminar por ningún lado. Los periodistas eran obligados a asistir a la ceremonia desde el salón contiguo, el del antiguo Senado, donde también se aglomeraban las bulliciosas barras traídas por el Consejo para la Equidad de Género. Y las propias funcionarias de ese organismo, portadoras de invitación y todo, eran impedidas de entrar por un grupo de gorilas de verde olivo cuyo vocabulario parecía reducirse a cuatro palabras: “No se puede pasar”. Es la nueva rutina en la sede legislativa.

El acto de entrega del proyecto de ley fue rápido y altisonante. Lugares comunes, frases hechas, retórica lacrimógena... “¡El Ecuador requiere de menos machos y más hombres!”, despachó por ejemplo el presidente José Serrano.

En cuanto a Rosana Alvarado, la ministra de Justicia por cuya cuenta corrió la elaboración del proyecto, se complació hablando de “la nación de las mujeres”, dijo que “la violencia eleva el temor a las alturas de lo inexpugnable” y citó a más de un poeta. Expuso las dolorosas condiciones de abuso y violencia machista de las que son víctimas seis de cada diez mujeres en el Ecuador y pintó un cuadro de injusticia que corresponde exactamente a aquel concepto que, pese al pedido de varias organizaciones, se negó a incluir en el texto de la ley: la idea de relaciones de poder entre los sexos, acaso la clave del feminicidio. Con voz temblorosa y entrecortada lanzó una frase digna de Nicolás Maduro: “Asesinan a las mujeres hasta la muerte”.

Lenín Moreno, que acudía por primera vez a este edificio desde que asumió la Presidencia, desgranó versos y poemas a cual más rosa. Hasta se dio modos (el dios Google sirve para todo) de encontrarle la vuelta cursi a Rosa Luxemburgo: “Que cada lágrima -dijo- sea una acusación”. Y como si de un homenaje al Día de la Madre se tratara, pergeñó el elogio de la sonrisa femenina con citas de Bob Marley y Miguel Hernández, infaltable en estas ceremonias desde que lo canta Serrat: “Para obtener tu sonrisa, si es preciso, te bajaría la luna”. Aplausos.

“Quizás sea el momento -finalizó- de tararear por esa porcelana que descubrí ayer, que por el momento se ha vuelto mujer”. Ovación. Así las cosas para el presidente: las mujeres son de porcelana. Concepto galante y decimonónico que sin duda comparte con buen número de feminicidas.

Un mensaje a la asamblea

En un discurso desprovisto de todo contenido político, Lenín Moreno se dio tiempo para enviar un mensaje a la Asamblea a propósito de las reformas al Código de la Niñez: “Se me ha informado que se quiere llevar la violencia patrimonial a términos de ley. Convertir a las madres en mendicantes. Pedirles que demuestren con factura en qué gastan la pensión alimentaria”.