Legado atroz

En medio de la crónica roja, la crónica pútrida y parcialmente paralizados, sobre todo en materia económica, pareceríamos estar dentro de un salta-salta donde nos elevamos a cada momento impulsados por toda esa vergüenza puesta al descubierto día a día y generada durante una década, que bien podría ser denominada: el tsunami socialista del siglo XXI.

Su efecto destructor no ha podido aniquilar a este hermoso terruño, dechado de orgullo y tradiciones, bañado por un mar lleno de riquezas, playas hermosas, llanuras feraces, montañas majestuosas y habitado por ecuatorianos valiosos, dispuestos a reconquistar su noble historia, amputando esa gangrena verdosa que esquilmó grandes riquezas, atentando contra nuestra incomparable hombría de bien y destruyendo la honradez y la moral, tesoros ancestrales de la patria.

Diariamente, salta un nuevo escándalo, poniendo en evidencia a ministros con mano suelta y voraz, árbitros de contraloría prófugos, asaltante vidriolario con parientes y tentáculos, que se enriquecieron con dinero y bienes ajenos -y afortunadamente, ya sentenciados-, peajes del atraco, consejos de incompetentes, restauradoras de viviendas con dinero mal habido, maestros en el arte del sobreprecio, expertos en tráfico de influencias, PhD en materia de coimas, capos de la asociación ilícita, todo esto en presencia de hombres de confianza, que en un arranque de disrritmia lingual paroxística, sacaron de la manga irresponsablemente hechos privadísimos, cuyo conocimiento ha causado malestar político y carece de explicaciones.

Tenemos fe y esperanza en el futuro y una vez que la “razzia” haya limpiado esta abundante como maléfica cizaña androide que pretendía aniquilarnos, y que la verdadera justicia haya demostrado que puede ser ciega y castigar a los miserables y bellacos que orondos se pasearon exhibiendo con desparpajo su iniquidad por calles y plazas de la nación, el verdadero sol de la redención volverá a brillar y Patria Sagrada, una vez reivindicada, será nuevamente la expresión sentida y musical de un Ecuador digno, moderno, honesto y refulgente.

Y sigo andando...