Lecciones del pasado

Jean Baptiste Colbert fue el mejor ministro del rey Luis XIV de Francia y seguramente el economista más famoso de su época. Sus escritos tienen más de 350 años y aún son válidos, y lo serán en el futuro. Para él, el comercio exterior era el principal medio de dar a Francia el poder económico que le permitiría dominar Europa. Según Colbert, el comercio exterior era el único “capaz de crear abundancia en los súbditos y, en consecuencia, la satisfacción de los príncipes”. Su principal tarea fue reglamentar el comercio para alentar las exportaciones francesas y asegurarse la supremacía en el mercado mundial. Para Colbert “...no hay como la abundancia de dinero en un Estado para conocer de su grandeza y poderío”. Beneficiaba al país tener una balanza comercial favorable y “... cada país dedica su capital y trabajo a las empresas que le son más beneficiosas”.

Colbert consideró al comercio exterior como campo de batalla donde los países combaten para procurarse los medios financieros que les permitan dominar el mundo. De ahí que preocupaba a Colbert el aumento del comercio holandés. Siendo ese el país mercantil más grande de esa época, lo veía como un enemigo que debía ser destruido. Colbert escribió: “... mientras sea la dueña del comercio (Holanda), sus fuerzas de tierra y mar crecerán constantemente y la convertirán en tan poderosa, que podrá llegar a ser el árbitro de la paz y de la guerra en Europa y configurar a su agrado la justicia y limitar los designios de los reyes”.

Un siglo después, los británicos mejoraron las teorías colbertistas; para ellos la producción era más importante que la acumulación de oro. El país más poderoso no era el que tenía mayores reservas de oro, sino la mayor producción. También propusieron la libertad de comercio y la erradicación del proteccionismo. Para ellos la riqueza, opulencia y poder formidable de Gran Bretaña se debían al comercio exterior: “Cualquiera que domina los océanos, domina el comercio del mundo, y cualquiera que domina el comercio del mundo, domina las riquezas del mundo.” Ya es tiempo de que Ecuador aprenda esas lecciones.