Gina Virgilio le hechó gasolina al mueble donde su novio, Michael Gonzales, dormía. lo encendió en llamas, salió y cerró la puerta mientras lo veía saltar y lo escuchaba gritar.

Este hecho se dio en el 2012, pero fue recién el 14 de octubre de este año que se dio a cabo la última audiencia del caso. El juez de la corte superior de Anchorage (Alaska), Michael Wolverton, dijo que no consideraba a la mujer como un ‘monstruo’, pues, sí presentaba muestras de arrepentimiento reales. Sin embargo, clasificó la acción como “horrenda”. Tomó la decisión de darle 99 años de cárcel, 39 de ellos fueron suprimidos y cuando salga en libertad será bajo condición.

Antes de escuchar el fallo, la mujer explicó que todo fue a causa de una enfermedad mental: “Me odio por lo que hice. No podré devolverle la vida jamás —expresó—, no se le puede encontrar lógica a una mente que no piensa de manera lógica”.

Virgilio era adicta a la metanfetamina y heroína, según su madre. Sin embargo, ha retomado su vida y en la cárcel se unió a un programa terapéutico que está basado en la fe.

Por su parte, la hermana del fallecido sostuvo haber revivido los instantes en los que Virgilio no dejó que su hermano saliera. “Fuiste tan desalmada, fue tan cruel torturarlo de esa manera”, le dijo.

En cambio, otro hermano de Gonzales se mostró complacido con la sentencia y dijo: “siempre y cuando salga libre a una edad suficientemente avanzada en la que no represente un peligro para mí, mi familia o la sociedad, estoy satisfecho”.