Refugios. En pequeñas carpas, con paredes de sábanas, duermen hasta 7 personas. No todas tienen colchones.

“No queremos nada regalado, solo queremos trabajar”

Todos los albergados claman por recuperar sus actividades. Jacinto Mero (45 años), quien está en el refugio del sector Los Tanques, en la parroquia Los Esteros; lo único que quiere es volver al expendio de mariscos para ganarse su platita.

Albergues, refugios o campos. El nombre es lo de menos; hay muchos en Manta. En todos, en pequeñas carpas, algunas formadas con sábanas, viven quienes lo perdieron todo en el terremoto del 16 de abril. En unas duermen hasta ocho personas sobre cartones porque aún no tienen colchones.

Allí hay padres y madres de familia que antes del terremoto eran comerciantes o vendedores de comidas en las afueras de los centros comerciales o de los edificios de la zona 0 de Tarqui. Ahora, durante el día, buscan trabajo. No hay.

María Calderón (55) cuenta que era una mujer solvente, que tenía un restaurante en la avenida 24 y Calle 16. Ahora, su hogar es una pequeña tienda parada con cuatro palos y forrada con plástico en el barrio Santa Fe, en donde un viejo y delgado colchón le sirve para descansar en las noches.

“Yo trabajaba con mi hijo de 27 años que es chef. Él se fue a Venezuela después de la tragedia. Estoy desesperada porque no hacemos nada. Solo pasamos sentados, mirándonos unos a los otros. Queremos recuperar nuestros trabajos y poder ayudar a nuestras familias. Ya no queremos que nos estén regalando las cosas”, dice.

En el mismo refugio está Rosa Lucas (68), quien junto con una de sus hijas confeccionaba adornos de cerámica en el sector de la calle 28 y avenida 12. “Estamos desesperados y queremos que nos ayuden a recuperar nuestros trabajos. Solo una oportunidad de continuar con lo que hacíamos”, añade.

Todos los albergados claman por recuperar sus actividades. Jacinto Mero (45 años), quien está en el refugio del sector Los Tanques, en la parroquia Los Esteros; lo único que quiere es volver al expendio de mariscos para ganarse su platita.

Douglas Conforme, principal del refugio del sector Santa Fe donde hay unas 60 familias, pide a las autoridades que envíen colchones porque todavía hay personas que siguen durmiendo en la tierra. En unos casos, el único colchón sirve para que duerman siete personas. También les falta alimentos. HLV