En una sociedad dividida como la nuestra, lo primero que aspiramos es que nuestro presidente electo deberá, ante todo, entregarse con alma, vida y corazón al servicio de su país y de su gente, sabiéndose presidente de todos los ecuatorianos, no solamente del partido en el poder.

Señor Director, el presidente que los ecuatorianos deseamos, debe ser una persona de carácter sólido, capaz de enfrentar cualquier crisis nacional.

Su carácter debe reflejar su capacidad para reaccionar bajo estrés, tolerante, con integridad, fortaleza, solidaridad, sin egolatría y con humildad. Esperamos del presidente mucha acción positiva y enérgica, urgente para enfrentar los graves problemas que nos afectan. Que priorice la educación y la salud del pueblo, sabiendo que un pueblo educado y saludable impulsará el desarrollo y colocará a la nación a la altura de las mejores.

Esperamos que se rodee de personas inclusive mejor que él, para que lo puedan aconsejar sabiamente.

Termino refiriéndome a la sagrada obligación presidencial de procurar la unión de los ecuatorianos, que en este campo la falla ha sido muy lamentable. ¡No perdamos la fe de que así sea!

Eco. Mario Vargas Ochoa