
“Mi vida cambio cuando se me infecto la cornea”
Hasta el 31 de marzo pasado, 685 personas estaban a la espera de una córnea, según el Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células (Indot).En Guayaquil, hay ocho unidades acreditadas, entre públicas y privadas, para
Estaba en una operación militar cuando una bacteria invadió su ojo izquierdo y terminó afectando a su córnea. Era el 28 de abril de 2015 y fue necesario que le pusieran un parche. En ese momento no asimiló lo ocurrido, hasta que cinco días después, su hija de dos años, se paró junto a él y comenzó a llamarlo insistentemente. Escuchaba ese “¡papi!”, “¡papi!”, pero no la veía. “Me puse a llorar”.
Tenía 25 años y desde entonces la luz le afectaba. No veía la televisión y nunca salía solo porque se mareaba. ¿Y su trabajo como marino? Durante el primer mes tuvo descanso en el domicilio. Luego volvió, pero al área administrativa. Ni patrullaba ni hacía entrenamientos como sus compañeros.
Fue un día en la oficina cuando volvió a quebrarse. Intentó leer un documento, pero, de pronto, se le nubló la vista. Se puso a llorar. Fue inevitable. Sus amigos lo calmaron, pero a él le rondaba el dolor de que a su edad su vida había dado un giro que lo agobiaba. Comenzó entonces la espera por una córnea. En el país no es fácil conseguirlas y hay que estar en una larga lista de espera.
Pero este año, revivió la esperanza. Después de que en diciembre la Clínica Internacional de la Visión del Ecuador (CIVE) obtuviera la acreditación como centro especializado para realizar trasplantes de córnea tuvo una oportunidad.
Se convirtió en el primer paciente de este centro que aún no cumple el año y que en poco tiempo consiguió este logro, cuentan los administradores de la que está considerada como la clínica oftalmológica más grande del país.
Fue el doctor Luis Mario Pólit Huerta, graduado en la Escuela Superior de Oftalmología del Instituto Barraquer (Colombia), quien tuvo en sus manos la tarea de hacer el trasplante.
Sabía que César Ripalda había dejado de sonreír, pero el 18 de marzo, un día después de la operación, volvió a hacerlo. “Nunca me imaginé que iba a ver cuando me sacaron el parche, no al cien por ciento pero ya veía”, dice emocionado.
Mario Pólit Macías, director médico de la clínica, explica que la córnea permite el paso de la luz para que llegue a la retina y se transforme en imagen. Y dice que ya hay más pacientes esperando que, al igual que a César Ripalda, la vida les cambie.
Este es un proceso y este joven, ahora de 26 años, sabe que los puntos recién se los retirarán a los cuatro meses. Pero la espera vale la pena porque luego podrá dejar el trabajo de oficina y unirse a sus compañeros en los patrullajes y en los entrenamientos. Él cuenta cómo cambia la vida a quien logra una córnea.