H ace tres años , el 5 de diciembre de 2013, dejó de existir Nelson Mandela, aquel líder sudafricano quien accionó una misión irrenunciable de permanente apostolado, a fin de lograr la implantación de la igualdad étnica y la no discriminación en la patria que lo vio nacer.

Desde 1944 en que promovió la fundación del grupo de juventudes del Congreso Nacional Africano, Mandela no dio su brazo a torcer en la permanente actividad de defensa de los derechos humanos de las minorías negras en Sudáfrica, a pesar de la persecución y cárcel de la cual fue víctima; habiéndose convertido su plan de acción en realidad para 1990, cuando el gobernante de dicho país en aquella época Federix de Kler, puso fin a la política segregacionista del apartheid instaurada desde 1948 por el llamado Partido Nacionalista.

En mérito a su denodada actividad de defensa de los DD. HH. en 1993 le fue conferido el Premio Nobel de la Paz, habiéndose convertido en el primer presidente de raza negra en gobernar Sudáfrica entre 1994-1999; ejerciendo el poder en forma por demás ecuánime y actuando siempre en defensa de los intereses de su amada patria.

Luego de tres años de su deceso, sin lugar a dudas que la figura de Mandela sigue siendo un referente universal de lo que es y significa la verdadera lucha por la instauración de un nuevo orden basado en la igualdad y el irrestricto respeto a los derechos humanos.

Dr. Alberto Lucero Avilés