¿Quién no ha sido asaltado con un arma, aunque sea de juguete? A nadie le importa las cifras de disminución de delitos, si en la ciudad persiste el miedo y temor en cada calle, incluso en aquellas que se decían seguras.

Ni los legisladores ni el Gobierno han planteado la inseguridad como un problema de Estado. El uso de las armas es prohibida a los ciudadanos, quienes están indefensos ante los criminales. Es urgente que se permita su uso, pero posterior al debido estudio psicológico porque, eso sí, no cualquiera puede tener acceso a un arma de fuego. Es necesario que se permita emitir los permisos correspondientes.

Estamos conscientes de los vacíos en la ley; se necesitan normas claras, favorables a las víctimas. Además, los policías trabajan para disminuir los delitos capturando a los delincuentes, siendo raro que después, en poco tiempo, están libres. La Fiscalía debe cuestionarse ante los malos funcionarios que les dan la libertad.

Por otra parte, gracias a EXPRESO, que publica sobre la inseguridad en Guayaquil, el señor alcalde Jaime Nebot tiene un plan para presentar a la Asamblea, sin costo público. Debemos sumar acciones en todos los niveles gubernamentales y sociales. No se debe quedar solo en promesas e intentos fallidos.

Lic. Robespierre Rivas Ronquillo