“No desperdiciemos las horas de nuestra existencia en darnos pedradas”

Nos hemos globalizado, pero aún no fuimos capaces de que el linaje retorne a esa comunión de amor que todos hemos de cultivar, para que el mundo sea una gran familia, donde se respire la generosidad. Precisamente, porque este tiempo navideño es por excelencia la fiesta de los vínculos, hemos de intentar que los buenos propósitos contribuyan a que en los hogares florezca esa entrega gratuita, esa fidelidad a lo que nos une, pues lo importante es caminar juntos, alentarnos unos a otros, que es lo que necesitamos para sentirnos crecidos en el sosiego.

Por otra parte, la verdadera paz con uno mismo, ha de ser un compromiso diario con nuestra propia estirpe. No tengamos miedo a obligarnos para que nuestro corazón se conmueva y responda ante tantos hechos inhumanos que nos producimos, en parte generados por el rencor acumulado y la antipatía cultivada. Por ello, volvamos a esa imagen del Niño de Belén (podemos hacerlo durante todo el año), dejémonos acariciar por sus silencios, hagamos reflexión, y pensemos en esa naturaleza que cuando es respetada, sus frutos son siempre grandes. Por tanto, considerémonos desde el respeto, siempre vivos y siempre consanguíneos. No desperdiciemos las horas de nuestra existencia en darnos pedradas, en ofrecer hielo en lugar de calor humano, vida en vez de muerte.

Víctor Corcoba Herrero

España