Está por terminar en el Ecuador un año lleno de corrupción en el cual se han visto envueltos altos funcionarios relacionados con el partido oficialista, el caso más transcendental de corrupción es el efectuado por el vicepresidente Jorge Glas quien fue sentenciado en primera instancia por el Tribunal Penal de la Corte Nacional de Justicia a seis años de cárcel y la devolución de 14,1 millones por el delito de asociación ilícita, también se debe resaltar que el contralor notifico al superintendente de Comunicación la predeterminación de dos glosas por 122.185 dólares y una multa de 7.520 dólares, por presuntas irregularidades en el desempeño de las funciones de director de noticias del canal Gamanoticias entre 2010 y 2013. A esto se añade los actos realizados por el exministro de Inclusión Económica y Social quien está acusado por la Contraloría de irregularidades en el desempeño de la Dirección Provincial del IESS en Guayas.

Frente a este panorama no resulta difícil sentirse indignada y defraudada, pues la corrupción se ha presentado durante nuestra historia republicana como un lastre tanto para la economía nacional, como para las personas, las empresas, en sí para la sociedad en general. Me parece importante señalar que la corrupción constituye un enorme perjuicio para el pueblo, pues por cada dólar que se destina al beneficio personal de algún funcionario esto significa un dólar menos para atender las necesidades de los ciudadanos.

Mishel Álvarez