Desplante. Tuárez permaneció cinco minutos ante la Comisión de Participación Ciudadana. Dijo que no tenía nada que responder, se paró y se fue.

“Bendiciones y hasta luego”

El presidente del CPCCS, José Carlos Tuárez, se negó a rendir cuentas en la Asamblea. La Comisión de Participación Ciudadana prepara un juicio político.

Más tiempo empleó José Carlos Tuárez en caminar desde el Consejo de Participación Ciudadana hasta la Asamblea Nacional, al frente de su ya habitual grupito de enardecidos seguidores, que en comparecer ante la Comisión de Participación Ciudadana que lo había citado. Se lo requería para que rindiera explicaciones sobre las denuncias de irregularidades en la inscripción de su candidatura. Y no las dio. Dijo que a la primera Función del Estado no le correspondía pedírselas, bendijo a los presentes y se fue por donde había llegado. Abajo, al otro lado del cinturón de policías antimotines, lo esperaban los suyos, que se la habían pasado gritando todo el rato y sacudiendo sus banderas rojas con el rostro del Che Guevara. Tuárez alzó ambos brazos, sacudiendo los puños como si acabara de conquistar la vuelta a Francia, y se confundió con ellos en un abrazo de victoria.

La coartada del presidente del CPCCS fue una flor de la leguleyada criolla. Acusado de haber accedido a la candidatura y al cargo incumpliendo requisitos y presentando información falsa, dijo que la Asamblea solo puede juzgarlo por lo que haya hecho o dejado de hacer en el ejercicio de su cargo: “No estoy sujeto a fiscalización o juicio político por acciones anteriores a mi posesión”, zanjó. De nada sirvió que el presidente de la Comisión, Raúl Tello, le explicara que nadie lo está fiscalizando, nomás haciéndole preguntas. Él no quiso saber nada: “Si tienen preguntas sobre mis funciones, responderé”, concluyó. “Bendiciones y hasta luego”.

Absortos, boquiabiertos, los integrantes de la Comisión apenas hicieron el amago de detenerlo. Ahí quedaron, rumiando el sabor amargo del desplante. Acordaron, por iniciativa del correísta Pabel Muñoz, escribirle una carta de rechazo. Pero Mae Montaño no se dio por satisfecha: “Esto no se arregla con una simple cartita”, dijo. El presidente Tello estuvo de acuerdo. De inmediato, su equipo de asesores se puso a trabajar en un proyecto de resolución que propone juicio político contra Tuárez. Lo tuvieron listo al final de la sesión pero, para ese entonces, el cuórum ya se había evaporado. Quedó para la próxima.

La propuesta de la Comisión, en caso de ser aprobada, se sumará a la de Fabricio Villamar (CREO), que ya tiene las firmas para enjuiciar políticamente a Tuárez por las presuntas irregularidades cometidas en el proceso de inscripción de su candidatura. Tello apunta a otra causal de destitución, que considera más segura: realización de actividades proselitistas, expresamente prohibidas para los integrantes del CPCCS. La prueba, dice, es pública: el vídeo que fue viral en redes, en el que se ve a Tuárez gritando “alerta que camina” ante un auditorio lleno de partidarios.

Solo faltaba que alguien arrastrara a Tuárez y ese alguien fue César Cárdenas, veedor del proceso de selección del CPCCS. Él mostró piezas publicitarias de campaña en las cuales Tuárez explota su condición de sacerdote para obtener votos. “Vota por el padre Tuárez”, dice una. Y otra: “Devolveremos la dignidad a la política ecuatoriana con el apoyo y la bendición de Dios”. Y en ambas, el rostro del sacerdote con vestimenta de cura moderno, que también usó en la foto de la papeleta electoral. Además, Cárdenas presentó certificados que desmienten casi cada cosa que Tuárez hizo constar en su hoja de vida: rector de Relaciones Humanas de la Universidad de Salamanca, director de la radio La Voz del Santuario de Baños, rector de la Unidad Educativa San Fernando, párroco de Santo Domingo de Guzmán en Guayaquil... Todo mentira, según los documentos.

Gustavo Vega, que fue presidente del Consejo Electoral transitorio, bajo cuyo mandato se calificaron las candidaturas para el CPCCS, también habló ante la Comisión, por petición propia. Dijo haber sido engañado por la “falsedad ideológica” de Tuárez. Katherine Villarreal, otra de las veedoras, sin embargo, atribuyó la responsabilidad del engaño a la Dirección Jurídica de su administración. Y mientras ella hablaba, la Comisión se quedó sin cuórum. Para disimular, Tello se limitó a posponer las cosas hasta el martes próximo.

Fuerzas de choque

No trae la paz sino la guerra

Insultaron a periodistas, le propinaron un palazo en la cara a una policía de la guardia legislativa y hasta la asambleísta María José Carrión, embarazada como está, pasó un mal rato cuando se cruzó con ellos y le lanzaron botellas. Los iracundos seguidores del padre Tuárez, herencia de las fuerzas de choque correístas, hacen honor al Che Guevara, cuya efigie enarbolan.