Juego de tronos

Al igual que la serie televisiva en que se disputan los destinos del mundo en forma descarnada, el Juego de tronos de estos días tiene como objetivo el dominio del mundo del mañana, un hábitat dominado por la tecnología y su pináculo, la inteligencia artificial. La denominada Quinta Generación (G5) de las comunicaciones cambiará el orden social y económico al imponer la automatización de los procesos y tareas, ampliar las fronteras de la exploración sideral, incrementar en seiscientas veces la velocidad de respuesta de las comunicaciones, hacer posible la vigilancia universal, y dotar al ganador de la contienda con la capacidad para dominar militarmente al adversario.

Los dos formidables contrincantes son Estados Unidos y China. Ello explica el juego rudo de la administración del presidente Trump para descarrilar todo intento de los orientales de tomar la delantera. Las ventajas de cada cual son asimétricas. Los chinos dependen de los chips y de los sistemas operativos de los americanos, pero poseen ventajas tecnológicas en procesos nanométricos. Quien gane la contienda regirá el mundo futuro como la mayor potencia, en la competencia por la supremacía del más apto.