
Jorge Morocho retiene el titulo del Salon de Julio
La imagen de un viejo televisor en la ficticia intimidad de un hogar en Tokio inspiró el lienzo con el que el guayaquileño Jorge Morocho ganó ayer el Salón de Julio por segundo año consecutivo.
La imagen de un viejo televisor en la ficticia intimidad de un hogar en Tokio inspiró el lienzo con el que el guayaquileño Jorge Morocho ganó ayer el Salón de Julio por segundo año consecutivo.
Este retrato, parte de un filme del cineasta japonés Yasujiro Oz, llevó al pintor de 24 años a jugar con su amor por las conexiones invisibles y así dar vida a ‘Karla, Otis III y Dexter Redding’, obra donde también aparece la familia del padre del soul, género que fue vital para la creación del mismo.
“Esta obra es parte de un cuerpo de trabajo, pero que se apega a la información con la que convivo, y con la que, mezclando elementos, pude obtener cierto tipo de narrativa”.
Con él concordó el jurado, conformado por el español Fernando Castro, la chilena Sara Wainmann y el paraguayo Luis Escobar, quienes determinaron que el lienzo lograba una composición ‘incómodamente desajustada’ para narrar un terrible hecho en la imagen central y así replantear el género de la naturaleza muerta.
Morocho es graduado del Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE) y actualmente cursa su licenciatura en la Universidad de las Artes.
Para él, no obstante, el arte es un proceso, e indica que sin el cuadro con el que ganó el certamen en 2015, titulado ‘Los dientes de Chet B.’, este nuevo logro no hubiese sido posible.
“Esa obra me dio paso a lo que estoy haciendo ahora. Fue por ella que empecé a trabajar con interiores”.
El certamen premió también a otros dos artistas formados en el ITAE. El segundo lugar fue para Leonardo Moyano, quien presentó un polidíptico de 18 lienzos que creó retratando viviendas sin terminar desde el barrio del Astillero hasta La Floresta. El tercero, en cambio, fue para David Orbea por l ‘Air Force One (Boyeros)’, que recrea la llegada del presidente Barack Obama a Cuba.
A diferencia de años anteriores, la quincuagésima séptima edición del Salón de Julio contó también con dos obras declaradas como finalistas, así como con tres menciones de honor.
Para Wainmann, jurado de la muestra, esto se debió al alto nivel de las obras preseleccionadas para el certamen.
“Nos costó bastante elegir a los ganadores. Seleccionamos a dos finalistas porque eran obras que podían ganar. No siempre las buenas ideas vienen acompañadas de buena técnica, pero en este caso sí”.
Las obras finalistas fueron ‘Nevados Móviles’, de Dennys Navas, y ‘The Punta Blanca Heavy Metal Show’, de Xavier Coronel.