
Jalkh se apunta el primer round
El presidente del Consejo de la Judicatura acudió a la Comisión de Justicia de la Asamblea Mientras, se presentó un pedido de juicio político en su contra.
Cuatro horas duró la comparecencia del presidente del Consejo de la Legislatura ante la Comisión de Justicia de la Asamblea Nacional. Gustavo Jalkh llegó acompañado por una nutrida tropa de funcionarios judiciales que lo aplaudió de pie, un equipo de asistentes cargados de carpetas y computadoras a quienes se instaló en una mesa lateral de la sala, algún juez de la Corte Nacional que se preocupó por explicar que tenía el día libre y decenas de partidarios que lo esperaban con carteles en la calle. Hubo enfrentamiento de barras a su favor y en su contra, escándalo de jueces destituidos en el segundo piso, gritos, forcejeos y una puerta rota. Al final, con la ayuda de la presidenta de la Comisión, que dirigió el debate con rienda corta y asentía ostensiblemente a cada una de sus palabras con la rítmica insistencia de un tigre de taxi, Gustavo Jalkh salió bastante bien librado de la prueba.
Una hora antes, los asambleístas Esteban Bernal (CREO) y Raúl Tello, del movimiento Unidos por Pastaza, habían ingresado por secretaría una solicitud de juicio político contra el mismo funcionario y un expediente integrado por 40 denuncias y 15 pruebas testimoniales que, según ellos, demuestran sin lugar a dudas la intromisión del Poder Ejecutivo en el Judicial e ilustran el tipo de presiones a las que se ven sometidos los jueces.
Entre las pruebas, las filtraciones del escándalo: correos electrónicos cruzados entre Jalkh y Rafael Correa en los que se discute abiertamente de procesos judiciales; oficios cursados por el secretario jurídico de la Presidencia en los que se ejerce presión indebida sobre jueces; amenazas de sanción, etc. “Que no nos vengan con el cuentito de que no hay pruebas”, dijo Tello antes de iniciar el trámite en secretaría.
En la Comisión de Justicia el debate estuvo más acotado. Se limitó al tema planteado por Luis Fernando Torres (PSC) en su pedido de comparecencia: el error inexcusable utilizado como mecanismo de presión sobre los jueces. Pese a la naturaleza política de la fiscalización, todo el debate discurrió por el andarivel jurídico. La presidenta Aguiñaga no permitió otra cosa. “Ella maneja la Comisión con el esquema de la escuelita”, comentó al respecto el también socialcristiano Henry Cucalón, que sin embargo se dio modos para al menos mencionar el tema de los correos entre Jalkh y el ahora expresidente. Que “no constituyen prueba”, se limitó a responder el aludido, como si de un juicio ordinario se tratase. Y ahí quedó la cosa.
Gustavo Jalkh arrancó su comparecencia con un flechazo directo a las glándulas lacrimales del auditorio: “María es una niña de ocho años que fue violada por su abuelo paterno”. Con ese y otros ejemplos similares demostró lo que nadie ponía en duda: que la figura del error inexcusable es un mecanismo legítimo para sancionar jueces. Y que el Consejo de la Judicatura es el organismo competente para aplicarlo. “Todavía le falta demostrar que todos esos jueces destituidos carecen de credibilidad”, opinó al cierre Luis Fernando Torres. “Todos esos jueces” suman, según las propias cifras de Jalkh, 126; un número que escandalizó al Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra.
Tres de ellos (Madeline Pinargote, Julio Arévalo y Hernán Ulloa) lograron, pese al contundente control policial propio de esta legislatura, acceder hasta el vestíbulo del salón donde se desarrollaba la sesión, en el segundo piso. Ahí fueron cercados por un cordón de policías. El que los comandaba fue a preguntar a la presidenta si esos señores estaban autorizados para ingresar a la sesión pública. No, no lo estaban. En lugar de dejarlos pasar, Aguiñaga pidió a Jalkh que explicara sus casos. Él arrancó con acusaciones de corrupción contra Pinargote, que al parecer seguía una transmisión radial de la sesión. Entonces se oyeron los gritos.
“¡Mentiroso! ¡Ustedes se metían a mi oficina! ¡Ustedes se robaron los expedientes!”, vociferaba desde el vestíbulo. La policía estrechó el cerco. Minutos después, el estallido de una puerta de cristal que se quebraba se oyó en la sala de sesiones.
La Comisión ignoró el escándalo y Jalkh cerró con broche de oro su performance: presentó un proyecto legislativo para incluir, en la ley correspondiente, dos artículos con la definición precisa de error inexcusable. La presidenta se felicitó por haber dejado hablar a todos y el caso político de lo que el propio Rafael Correa denominó “metida de mano en la Justicia”, quedó pendiente.