El alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, habló sobre su accionar durante la primera y segunda vuelta electoral a través de redes sociales.

Jaime Nebot reclama el liderazgo de la oposicion

El distanciamiento se volvió rivalidad. El alcalde Jaime Nebot, en un mensaje a la nación que los círculos socialcristianos anunciaban decisorio desde hace días, ha roto el silencio postelectoral para reclamar el único espacio en disputa después del 2

El distanciamiento se volvió rivalidad. El alcalde Jaime Nebot, en un mensaje a la nación que los círculos socialcristianos anunciaban decisorio desde hace días, ha roto el silencio postelectoral para reclamar el único espacio en disputa después del 2 de abril: el liderazgo de la oposición.

El reclamo lleva nombre y apellido, Guillermo Lasso. “El liderazgo hay que edificarlo sobre méritos propios y no inventando falacias ajenas”, le espeta un Nebot que abandona el sillón que caracteriza sus mensajes grabados. No era un mensaje cómodo. A lo que ha ido, después de todo, es al contraataque. Y nadie ataca desde un escritorio.

Nebot ha decido ponerse de pie no sólo simbólicamente, después de un largo y público pulso político con su competencia en la centroderecha, el líder de CREO, que las elecciones zanjaron en primera instancia a favor de Lasso. Por eso, recuerda Nebot, su apoyo, al que adjetiva de “eficaz”.

Desde el día de las elecciones esa es la palabra con la que el socialcristianismo le recuerda a CREO que su votación no es completamente suya, que es un sentimiento opositor que también les pertenece.

Les pertenece -argumenta el alcalde, que ha vuelto a ser durante ocho minutos y treinta segundos, el político a secas- por haber sido el rostro de la oposición a Rafael Correa “desde el primer año de la primera presidencia”, apunta. Sus coidearios, que tienden a compartir con él un lenguaje común antes de un pronunciamiento cuidado como este, ya lo había anticipado: “nuestra oposición fue en solitario, no fue de ahora”, sostuvo días atrás la propia excandidata Cynthia Viteri.

La hemeroteca, en tiempos de duda, se ha convertido en su defensa. Porque Nebot, aunque dirigiéndose a Lasso en mayor medida y a Correa y Lenín Moreno en última instancia, en realidad se dirige a quien le importa y puede juzgarlo: el electorado. Por eso el arranque del vídeo no es ni será, señor Lasso. Por eso, “conciudadanos”. Es ante estos que rinde su descargo.

Lo hace cinematográficamente. Allí está él, con 10 años menos, agitando la mano con vehemencia y el verbo sin piedad: “nosotros no tenemos miedo, ellos tienen miedo”. Allí está él, en una 9 de octubre donde no cabe ni el asombro: “¿Ustedes le creen a Correa?”, pregunta ante un ensordecedor ‘no’. Allí está él, en el mismo escenario, en 2015, cuando dio un discurso tan claro, tan opositor, tan subido de tono, que tuvo que desmentir por un año su candidatura a la presidencia: “¡El país de Correa se acabó!”.

Esto, dicen los socialcristianos, es “toda la verdad”, como bautizaron al discurso de el miércoles por la noche. La verdad de un político que “no convoca a los ciudadanos por lo que le afecta a un político, sino a ellos, a la gente, al pueblo”, explicaba anticipadamente Henry Cucalón, su jefe de bloque legislativo. La verdad, en la propia boca de Nebot, se responde a una pregunta: “¿Alguien nos ha superado en estos diez años en movilizarnos en defensa de la democracia?”.

Esa verdad no es sólo negar lo que Nebot bautiza como “burda mentira”, su supuesto pacto con el Gobierno. Sino también encontrar un responsable del rumor, el Lassismo. Y claro, ajusticiarlo.

Es allí donde el distanciamiento se ha vuelto rivalidad. En ese preciso instante en el que Nebot se ha referido a Lasso líder de los que “malograron el ansiado cambio”, de los que “denunciaron un fraude y no lo probaron”, de los que “se aprovecharon de gran sentimiento de oposición a este Gobierno para otros fines”. Lasso, el que salió a las calles “por capricho”.

No se ha contenido. Ni ha querido contenerse.

La explicación es simple. Nebot puede haber entrado en la etapa de despedida de la alcaldía de Guayaquil, pero no de la política. Por eso hay tiempo para el hoy y el mañana. Porque piensa estar allí, en la oposición (a un lado y al otro). “Pronto habrá un estilo diferente”, anunció en referencia al presidente electo Lenín Moreno, que acuñó la frase como slogan. “Pero el socialismo del Siglo XXI seguirá aquí. Debemos seguir combatiéndolo”.

Ese combate lo incluye en primera persona. Pero también a otros, a la calle, que se anuncia nuevamente a la espera. Cuándo será, no se sabe. Por qué será, tampoco. Cuan grande será, mucho menos.

Lo único que queda claro es que, como en las anteriores marchas (un dato que se ha encargado de hacer notar Nebot durante su alocución), Guillermo Lasso no estará a su lado.