Israel, con mas libertad de accion

La ocupación permanente de tierras palestinas por parte de Israel provoca un daño irreparable a su posición internacional, o al menos es lo que suele creerse. Pero hoy Israel goza de un grado de influencia global nunca visto en su historia, ya que la aparición de numerosos desafíos internacionales amplió considerablemente el margen de maniobra de su política exterior, atrapada largo tiempo por la cuestión excluyente de Palestina.

Consciente de la creciente oposición popular al apoyo irrestricto a Israel en Occidente, el país ha estado buscando socios económicos (y en última instancia políticos) en otras partes. Entre 2004 y 2014, las exportaciones israelíes a Asia se triplicaron hasta alcanzar los 16.700 millones de dólares el año pasado (un quinto del total de sus exportaciones). Israel hoy comercia más con los otrora implacablemente hostiles gigantes asiáticos (China, India y Japón) que con su principal aliado global, EE. UU. Ni el primer ministro japonés Shinzo Abe, que visitó Israel pocas semanas después de su reelección en diciembre de 2014, ni los líderes de China, tercer socio comercial de Israel en la actualidad, tienen interés en supeditar sus vínculos económicos con Israel al éxito de las conversaciones de paz con los palestinos. Israel también procura congraciarse con Rusia por consideraciones exclusivamente estratégicas. Y hasta el presidente turco Erdogan, irascible interlocutor en el pasado, hoy busca la reconciliación. Incluso hay países europeos que hallaron nuevos motivos para involucrarse con Israel. El primer ministro griego Alexis Tsipras, furiosamente hostil a Israel cuando estaba en la oposición, se convirtió en un firme aliado, y visitó el país dos veces en tres meses durante 2015. A cambio de gas, tecnología de defensa e inteligencia militar, Grecia abrió su espacio aéreo para el entrenamiento de la aviación israelí. Además, ambos países cooperan con Chipre en la creación de un contrapeso geoestratégico a Turquía. En la práctica, en su intento de llevar a Israel hacia una democracia iliberal, el primer ministro Netanyahu cuenta con tener la ayuda de los gobiernos cada vez más iliberales de Europa del este para que lo protejan de iniciativas adversas de la UE.

Es evidente que la política exterior israelí tiene ante sí un sinnúmero de oportunidades nuevas, con amplios beneficios potenciales. Pero los nuevos amigos de Israel no pueden ser sustituto de sus aliados occidentales. Israel y los gigantes asiáticos no tienen una visión global compartida, elemento esencial de una auténtica alianza estratégica.

En cuanto a la cuestión palestina, es evidente que las nuevas alianzas de Israel no ayudarán a encontrar una solución. Por el contrario, evidencian un cambio de la agenda política global que relegó la cuestión a segundo plano, lo que probablemente quitará incentivos a Israel para reconsiderar la supresión de Palestina. De modo que la posibilidad de una solución de dos Estados hoy está más lejana que en cualquier otro momento desde el inicio del proceso de paz hace 25 años.

Esto no debe ser motivo de alegría para Israel. La supresión de Palestina tiene y seguirá teniendo efectos fatalmente corrosivos en la sociedad israelí. En tanto el nuevo contexto de la diplomacia israelí permita su continuidad, no será buena noticia para Palestina ni para Israel.

Project Syndicate