Los islamicos empiezan por Espana

Recordemos que el cautiverio de España por parte de los musulmanes duró 700 años. Los españoles fueron sojuzgados en su propia tierra hasta que al fin, en 1085, recuperaron Toledo, logrando recobrar sus tierras.

Este fue el pretexto para que los yihadistas, musulmanes fanáticos que decidieron formar el Estado Islámico (EI), lograran convencer a una gran cantidad de musulmanes, no solo del Medio Oriente sino de varios países del mundo, que debían reconquistar las tierras que consideran que eran suyas.

No les fue muy bien en Irak y Siria, aunque sacaron provecho económico, asaltando los pozos petroleros para vender su producción a negociantes, incluso europeos, a precios muy bajos. Y se hicieron temer por sus matanzas, secuestros y violaciones. Además, se valieron de la enorme cantidad de refugiados que atravesaron el Mediterráneo para llegar a las costas europeas.

En ese grupo lograron introducir a su gente para que pueda actuar e introducir el terrorismo en los países que los acogían. Ya conocemos la cantidad de muertos que con sus actos de terror, bien planificados, lograron en Francia, Inglaterra y Alemania. Sin embargo, les costaba la vida a los jóvenes fanáticos que utilizaban, quienes estaban convencidos de que su acción los llevaba directamente al paraíso que su religión, equivocada, ofrece.

Terrorismo barato. Ahora se han dado cuenta de que para conquistar Europa debe empezarse por España y, más grave aún, han logrado encontrar un nuevo método más económico y que les facilita lograr su cometido casi sin sacrificar a sus fanáticos ni andar introduciendo explosivos y más elementos que utilizaban para golpear donde había multitudes.

El sistema es simple y barato: alquilar un vehículo y lanzarlo contra las multitudes cuando hay actos de carácter patriótico o festivo en los países. Así sucedió en el acto de Barcelona que ha hecho reaccionar a una verdadera multitud, presidida por el rey -y pese a sus diferencias-, que estaba unida para impedir nuevos ataques ante la intención terrorista de tomarse España.

En un principio, el mundo civilizado creyó que era fácil acabar con quienes ya se consideraban un Estado Islámico y que con la ayuda de fanáticos y el secuestro y apoderamiento del petróleo de Siria e Irak ya tenían un Estado bien conformado para ir imponiendo un Corán muy mal interpretado y una Saria como ley para sancionar a quienes no comulguen con sus creencias.

Muchas nacionalidades. La enorme garantía que ellos tienen es que existe una gran cantidad de musulmanes nacidos y educados en Estados democráticos y que, sin embargo, están dispuestos a dejar sus países para fortalecer al EI. Aún más, esperan actuar en sus propias naciones para usar estos sistemas de vivencia considerando que así van a aterrorizar a la humanidad y que en algún momento lograrán apoderarse, primero que nada, de Europa, que está más a mano de ellos.

¿Qué se puede hacer? Para quienes todavía no somos víctimas del terrorismo yihadista, no nos preocupa mucho el problema. No nos damos cuenta del fanatismo de esta gente, que poco a poco va consiguiendo su objetivo.

¿Será la solución combatirlos y liquidarlos por la fuerza? Me temo que no. Los ayatolas que proclaman su religión tienen la obligación de instruir a esta gente y convencerla de que el terrorismo no es la forma para conquistar adeptos.

Las Naciones Unidas se pronuncian en contra y una buena cantidad de gobernantes han tomado medidas valientes como prohibir las instalaciones de mezquitas si es que ellos no permiten instalar iglesias cristianas en sus tierras. Es una forma inteligente de respetar las creencias de los pueblos, pero con la condición de que esas creencias no sean a favor solo de un grupo, sino que exista la libertad de creencia religiosa.

Una buena noticia. El presidente de España, Mariano Rajoy, acaba de convocar a los jefes de Estado de varios países europeos para buscar un acuerdo que les permita, unidos, tomar medidas para salvar a sus Estados de este extremismo que no tiene límites. Eso sí, esperamos que no sea la solución una ‘guerra santa’. Con matar, matar y matar no se llega a nada.