Inspiracion divina

No es la lectura sagrada del domingo, pero me inspiro en las palabras de Jesús recogidas en los evangelios según San Juan (8:17) y San Mateo (23:27) para hacer las reflexiones del día de hoy.

Según San Juan, Jesús fue puesto a prueba por sus adversarios para sentenciar a muerte a la mujer adúltera, para cumplir lo prescrito en la ley mosaica. Luego de escuchar y escribir su respuesta en la tierra, Jesús simplemente expresó: “Aquel que esté libre de pecado que lance la primera piedra”. Ante tal admonición, los fariseos debieron retirarse. La mujer se salvó por la intervención del Maestro, quien le dijo: “Anda en paz, pero no peques”.

La reflexión filosófica, sin embargo, se tornó en condena de alto calibre cuando, como lo recoge San Mateo, al referirse a los fariseos, Jesús les espetó: “¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Son como sepulcros blanqueados, que por fuera se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre y de toda inmundicia”. La pugna sube de fuerza cuando los califica como “raza de víboras”.

¿Por qué, cabe la pregunta, podía un ser tan manso y sereno, decir frases tan lapidarias?

La respuesta, citando a sor Lucía Caram, O.P en su blog Sintonía cordial, es porque los fariseos se dedicaban a despellejar a todo el que pensara diferente; por ser los practicantes de una ortodoxia que había quedado en letra muerta. Los hombres de leyes, añade, actúan como “aduaneros de la fe”; son amargados y resentidos; y están siempre dispuestos a poner la zancadilla; son quienes gozan de poder y privilegios; quienes están instalados en sus adormecidas conciencias, y se acomodan en las trincheras de su egoísta y egocéntrico bienestar. Son capaces, les recriminaba Jesús, de mirar la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio.

Si Jesús viviese en el Ecuador presente ya hubiera sido demandado por los censores del pensamiento y árbitros de la corrección política. Habría multas de seis cifras, mucho mayores que las de La Mofle, impuestas por irrespetar a la autoridad. Su página web habría sido jaqueada por WikiLeaks, y la cuenta de Twitter le hubiera sido intervenida bajo los cánones de la novísima ley de control del pensamiento. Sería acusado de sedición por los modernos sepulcros blanqueados que aborrecen la libertad, y habría sido llevado a la Fiscalía para que comparezca ante el sucesor de Caifás.

Quedan entonces las palabras y los conceptos que perduran hacia la eternidad. Serían no obstante simples palabras al viento si, en medio de la hipocresía que caracteriza el convivir político, no alimentaran a la conciencia colectiva para descubrir que los mismos que se sienten capaces de lanzar la primera piedra, son los encubridores de la corrupción; la misma corrupción que, de acuerdo a San Mateo, emana de la podredumbre de los sepulcros blanqueados.

¿Quién puede sostener entonces que las enseñanzas de Cristo no son revolucionarias?, ¿o que no arremeten contra el “statu quo”, cuando las mismas van contra corriente, y violentan y rompen la complacencia de los engreídos del poder que, por añadidura, lo usufructúan cuales doctores de la ley?