La inminente ruptura franco-alemana

La política del ‘brexit’ está sumergiéndose en el caos. La Unión Europea se está fragmentando en tribus del norte, del sur, del este y del oeste. Y el matrimonio franco-alemán en el centro del proyecto europeo corre peligro de desmoronarse. En mayo de 2017, cuando la canciller alemana, Angela Merkel, y el flamante presidente francés, Emmanuel Macron se reunieron por primera vez, muchos esperaban una renovación de los votos. Multitudes de personas proeuropeas les deseaban lo mejor y los instaban a continuar. Macron, el reformista lozano, parecía tener un toque político al estilo Midas (hoy una marea de chalecos amarillos asedian a su administración por un anuncio de aumento del impuesto a los combustibles para mantener el déficit de este año por debajo del 3 % del PIB). Y Merkel estaba en la cúspide de su poder en el escenario internacional: la habían catalogado como la nueva “líder del mundo libre”, en reemplazo de Donald Trump. Pero justo cuando Macron depositaba sus esperanzas en el poder de liderazgo de Merkel a nivel europeo, a ella se le escurría de las manos el poder doméstico. Tras la elección federal alemana en septiembre de 2017, Merkel luchó seis meses para formar gobierno. No quería uno de minoría, y los partidos restantes de la oposición no querían, esencialmente, gobernar con ella. Mas el verdadero daño al poder de Merkel se produjo desde adentro. Los políticos que lideran el partido hermano bávaro de la UDC, la Unión Social Cristiana (USC), han atacado la decisión de Merkel de dar acogida a refugiados sirios en 2015, y han hecho migas con algunos de los enemigos declarados de la canciller, como el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, el canciller austríaco, Sebastian Kurz, y Matteo Salvini, vice primer ministro y ministro del Interior italiano. Estos populistas y sus simpatizantes de la USC han utilizado la inmigración como un tema para atacar a Merkel. Macron, mientras tanto, ha intentado hacer que la renovación francesa sea sinónimo de renovación europea. Desde que llegó al poder ha buscado un nuevo gran pacto con Alemania. A cambio de que Francia finalmente controlara sus finanzas y reformara su sector público y su mercado laboral, Alemania respaldaría las propuestas de Macron para profundizar la integración de la UE y la eurozona, incluido un presupuesto de la eurozona conjunto, un ministerio de Finanzas de la UE y políticas exterior y de defensa más unificadas. Aunque Merkel recientemente aceptó un presupuesto conjunto en principio, muchos en Francia sospechan que Macron ha sido embaucado. Alemania ha puesto resistencia, suavizando las propuestas de la UE para un agrupamiento “de avanzada” y resistiéndose a la Iniciativa Europea de Intervención (EI2) propuesta por Macron. Los próximos meses casi con certeza le repararán más desilusiones a Macron, y posiblemente una ruptura franco-alemana. Francia y Alemania se pelean justo cuando las fuerzas antieuropeas se unen. Muchos alemanes consideran a Merkel excesivamente proeuropea. Y Macron tal vez sea el presidente francés más proeuropeo en décadas, pero tal vez tenga que ir en contra de reglas del presupuesto de la UE que se interponen en el camino de sus reformas domésticas. Macron y Merkel deben reinventar el centro político antes de que sea demasiado tarde.