Incendios forestales en Guayaquil
Constantemente, la sociedad viene señalando -y no falta razón en esto- que Guayaquil, con todo su desarrollo y expansión urbana, aún tiene un relativo déficit de zonas forestales y que un incremento de las áreas verdes favorecería la oxigenación de la ciudad. A esto hay que agregar que últimamente, la urbe vive una grave destrucción de sus bosques debido a continuos incendios.
Es cierto que la ciudad-puerto todavía es poseedora de importantes áreas de bosques secos, las cuales constituyen parte de su paisaje, cuanto de la realidad de su ecosistema y de su medioambiente -quienes acostumbran viajar a la playa, en el camino visualizan la importancia de su belleza, riqueza y magnitud-, pero esto que cualquier ciudadano experimenta y que forma parte de su realidad, en los últimos años y meses está siendo severamente amenazado por frecuentes flagelos.
En los actuales momentos la extensión, vegetación y fauna de las áreas forestales han sufrido constantes y graves afectaciones. Unas veces han sido las sequías y las altas temperaturas las que han incidido sobre ellas. Pero en otras, han sido los descuidos humanos los que han producido los continuos incendios
Igualmente se registran casos en los que su destrucción se debe a acciones perversas de malos ciudadanos que han procedido a incendiar y a destruir extensas aéreas de esta valiosa riqueza forestal.
Durante 2016 han sido muchos los sitios que integran este valioso ecosistema que alberga a la riqueza forestal de la ciudad, los que han resultado afectados por los cada vez más frecuentes incendios. Están los casos del cerro Mapasingue y Cerro Azul (1 de noviembre), en los que el fuego destruyó 74 hectáreas. El del cerro San Eduardo del 27 de agosto y luego el del 6 de diciembre, con 4 hectáreas afectadas, así como el del cerro Colorado, del 5 de diciembre.
Una importante extensión de los bosques secos circundantes evidencia el proceso de destrucción ocasionado por los incendios de noviembre.
Es hora de que el conjunto de la sociedad, la ciudadanía, las autoridades y los guardabosques asuman la gran responsabilidad de preservar los bosques secos.
Es tiempo de que la totalidad de los habitantes de Guayaquil se comprometan a tener un mayor cuidado, protección y defensa de los bosques secos de la ciudad.