Tradición. Los estudiantes y las ‘quinceañeras’ bailaron al ritmo del vals.

La imposible fiesta rosada que ahora recordaran toda su vida

María Mendoza cumplió 15 años de edad el 1 de noviembre. Nueve de ellos los ha vivido en una casa con otras 97 jóvenes de todas las edades, y las visitas a familiares son solo los fines de semana.

Esto, porque desde que inició la escuela forma parte del Hogar Calderón Ayluardo, una entidad regentada por la Junta de Beneficencia de Guayaquil (JBG) que acoge a niñas de 6 a 18 años, de escasos recursos, y les brinda alimentación, educación, salud y formación espiritual.

Por cuestiones económicas, la ilusión de tener una ‘fiesta rosada’, en la que sería presentada a la sociedad, no podría cumplirse. No obstante, un grupo de estudiantes de segundo y tercer año de bachillerato de la Unidad Educativa José Domingo de Santistevan, le dieron la oportunidad a ella y a otras siete chicas de vivir esta experiencia.

Entre los aplausos y ojos curiosos de sus compañeras, con vestidos de encendidos azules, turquesas y rosas, las ocho becarias entraron al auditorio del Hogar para celebrar su fiesta de quince años el martes pasado.

Durante un mes, las estudiantes se dedicaron, entre clases y en tiempos libres, a preparar detalles y coreografías.

Karen Vera, de tercero de bachillerato, es quien se encargó de la dirección junto a otras compañeras. Ellas siguieron el legado de un proyecto social que comenzó hace un año.

Para conseguir materiales, bocaditos y vestidos, solicitaron ayuda en otros cursos. Además, elaboraron los centros de mesa con papel y cartulina y decoraron el salón con globos, flores y figuras de mariposas.

En completa sincronía, las jovencitas, junto a sus ‘caballeros’, bailaron al ritmo de ‘Tiempo de vals’, para luego chocar las copas de plástico en el brindis. Presentaciones de canto y danza amenizaron la tarde.

Para María la fiesta es “algo grande y muy alegre”, pues además de representar la transición de niña a mujer, la parafernalia de la celebración la emociona. Ella mostró su originalidad al optar por un vestido azul.

A diferencia de ella, Juliana Morán, otra ‘quinceañera’, lucía contenta de rosa. Aunque se tentó a escoger otro color, prefirió seguir la tradición. “Me siento muy emocionada por compartir con mis amigas”, añadió.

La hermana María Alexandra Cueva, administradora del Hogar, se mostró agradecida con los adolescentes. “Se están preparando para liderar, ayudando a quien no tiene la oportunidad de tener una fiesta, como es la ilusión de toda jovencita”, dijo.

Así concuerda Luis Trujillo, vicedirector de la JBG, quien llevó regalos para las jóvenes. “Es realmente importante porque lo recordarán toda su vida”.