La importancia de la libertad

Hoy es 10 de Agosto, fecha de rememoración del primer intento de búsqueda de la libertad, en 1809. Han pasado 208 años y su mensaje sigue vigente. Se actualiza con mayor intensidad cuando se constata que es por ella, cómo y por qué las sociedades crean y proyectan ciudadanía.

Para la sociedad ecuatoriana, especialmente para la conservación de la memoria histórica, esta fecha es cívicamente importante. Los dos siglos transcurridos desde ese agosto al presente, han servido para que el país comprenda, acepte y valore la trascendencia que socialmente se debe reconocer a la libertad.

Recién han transcurrido dos meses desde que un gobierno -y su líder- que consideraba a la prensa como su enemiga, terminó su mandato. En ese mismo tiempo se ha iniciado una nueva visión, estilo y modo de gobernar. Este ha comenzado por reconocer la función informativa, reflexiva y crítica que tienen los medios de comunicación. Incluso ha relievado la importancia de los cuestionamientos hacia las acciones de gobierno, porque en ellas el nuevo presidente ve aspectos positivos que pueden servir para corregir decisiones y acciones.

Este agosto de rememoración histórica sigue siendo importante y de gran transcendencia para la libertad. Mucho más hoy, cuando por el ejercicio de la investigación periodística y buen uso de esta en la información y el accionar honesto de la prensa independiente, se están conociendo los entretelones que han tejido la trama de corrupción entre políticos, líderes y Odebrecht.

Se ha dicho, con sobrada razón, que por este libre accionar de los medios de comunicación, tanto la ciudadanía cuanto el país han llegado a establecer y comprender la magnitud de un perverso juego de toma y daca, de sobornos, coimas, sobreprecios, etc., que se han realizado en el proceso de corrupción de Odebrecht. También del negocio petrolero.

Ojalá que esta acción de la prensa y otros medios de comunicación, así como la presión ciudadana, conduzcan hasta el fondo de este proceso de cinismo y desvergüenza que evidencia la corrupción política y la quiebra ética de algunos líderes. La sociedad aspira a que la Fiscalía y los tribunales estén a la altura de las demandas ciudadanas, para esclarecer, juzgar y sentenciar lo que las leyes señalan. Esto ya se ha hecho en otros países. También se espera que se lo haga aquí.