La hora de la paz
Después de más de media centuria de lucha fratricida, Colombia firmó un acuerdo de paz con las FARC, tras cuatro años de conversaciones entre las partes, con el apoyo de garantes extranjeros que colaboraron para que se llegue a esta solución.
Cincuenta y más años de lucha han dejado huellas de dolor, de angustia. Es imposible que de un solo plumazo quienes fueron víctimas y victimarios de esta guerra incruenta puedan botar al cesto de basura sus angustias, su orfandad, su pérdida de tiempo, al no haberlo dedicado a algo útil que les permitiera luchar honesta y decentemente por su superación. Todo esto y mucho más, solamente lo deben comprender y saber los actores de este drama que ojalá no se repita más.
Quienes hemos seguido de cerca este enfrentamiento entre hermanos colombianos siempre tuvimos algunas reflexiones qué hacernos con el respeto que se merece la manera de pensar de nuestros semejantes. Una de esas reflexiones toma madurez con la suscripción del acuerdo de paz y es la de ¿qué sacaron de positivo los que románticamente entraron a formar parte de las FARC? A pesar de su empeño no llegaron al poder como era su ideal. Jóvenes que se envejecieron en la selva con la esperanza de llegar a gobernar porque ese era el propósito fundamental para permanecer en la guerrilla. Haber sido actores, cómplices o encubridores de delitos de diversa naturaleza por los que ahora, tardíamente, dicen estar arrepentidos y por lo que públicamente han pedido ser perdonados por las víctimas o sus herederos. Haber dejado pasar más de cincuenta años de su existencia para llegar al punto de partida, reincorporarse a la vida civil para democráticamente aspirar a llegar a ser algo, para desde allí procurar los cambios que no los lograron hacer desde la selva.
Que esta dolorosa experiencia sirva para que se comprenda que los cambios que demandan nuestras sociedades se los debe hacer con la capacitación debida de sus dirigentes y por medios democráticos de persuasión, mas no de imposición, y menos de imposición por la fuerza.
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