Honra a los mayores

Si ahora estamos aquí leyendo esto es gracias a nuestros mayores. A ellos se lo debemos todo. Principalmente atenderlos en su jubilación para que puedan disfrutar de un retiro tranquilo, ordenado y sin necesidades. Pero hemos entrado en una era en la que parece que no hay tiempo para los ancianos. Ni ganas. Tradicionalmente los mayores eran atendidos en el entorno familiar. Eso está dejando de pasar en las sociedades más avanzadas. ¡Qué contradicción! Hoy, a la familia, más pequeña y disgregada, en la que trabajan los dos, le supone una carga pesada atender la larga vejez de sus mayores. Los utilizan en su papel de abuelos-canguro y cuando ya no sirven les buscan acomodo en alguna residencia de ancianos.

Eso pasa en Europa. En Ecuador todavía el problema no ha enseñado su peor cara. El año pasado el país registraba 456.084 pensionistas, una cifra relativamente baja pero en crecimiento geométrico. La pirámide de edad poblacional comienza a virarse lentamente al principio, pero imparable en cuanto se dé la vuelta. El pago de las pensiones es el primer problema que ya se está evidenciando. No hay dinero y el Gobierno anda parchando abonos con retraso a los que ya cumplieron su vida laboral y sus obligaciones económicas para disfrutar de una vejez descansada.

Pero este es solo un inconveniente. El envejecimiento de la población va más allá del pago de las jubilaciones y el temor ante la quiebra del sistema. La sanidad y los programas de dependencias vienen los siguientes en la fila. El desafío es tremendo para la sociedad. Hay que comenzar a buscar soluciones imaginativas antes de que la situación se vuelva insostenible.

Comencemos por lo más fácil con la elaboración de agendas domiciliarias, centros de día y atención personalizada en la casa propia. Y que ellos estén en el centro de decisión sobre sus vidas, a ser posible en su entorno.

Ya existen también residencias, pisos compartidos, ciudadelas específicas y hasta barrios en algunas ciudades, adaptados y preparados especialmente para ellos. Son soluciones costosas. No todos van a poder acogerse a ellas. Hay que buscar alternativas y recursos. Si se trata de priorizar, como dicen los políticos, esta es la necesidad número uno. No esperemos a hacernos mayores para arreglarlo.