Sin hoja de ruta
Sin pretender “llover sobre mojado”, las circunstancias ameritan recordar una antigua expresión que retrata una realidad nacional de antes y de ahora: el Ecuador es “una nave al garete”, sin un rumbo confiable en su destino.
Una mayoría piensa que el actual gobierno carece de una hoja de ruta, la percepción es que avanzamos hacia lo incierto y nada es peor que no tener meta de arribo. El presidente luce atrapado en buscar soluciones coyunturales ante una falta oportuna de decisiones, los problemas heredados del anterior gobierno se están desbordando.
Siempre es mejor “prevenir que lamentar”. Los anteriores diálogos convocados por el Gobierno no tuvieron resultados, actualmente está compelido a conversar con distintos sectores sociales para procurar zurcir proyectos de ley o decreto que alivien la aguda crisis fiscal y la situación económica del país. Para estos nuevos diálogos cuenta con la intermediación del delegado de la ONU, que fue decisiva para terminar con la caótica movilización indígena y el regreso a sus comunidades, lo cual dejó irreparables pérdidas y deterioró la autoridad del Gobierno, obligado a derogar el improvisado decreto que eliminó subsidios a los combustibles, sobre todo al diésel. Paralelamente, los actuales dirigentes de organizaciones indígenas desmejoraron notablemente el respeto y simpatía que tenían los ecuatorianos por sus ancestrales reivindicaciones.
El Gobierno exhibe plausibles esfuerzos en áreas como Energía, Finanzas, Agricultura, su programa Las Manuelas, pero poco o nada ha hecho por eliminar regulaciones burocráticas que asfixian al ciudadano, que hacen pensar que hay funcionarios que “crean dificultades para vender facilidades” y ahí radica el germen de la corrupción en la que tampoco hay logros visibles.
La gran mayoría ciudadana coincide en que el Gobierno debe terminar su período. Los movimientos políticos deben prepararse para las elecciones del 2021, eso es lo democrático. Corresponde al Gobierno evitar que se incremente la elevada crisis fiscal y a todos contribuir a un normal evento electoral e impedir batallas campales por ambiciones políticas facciosas.