La guerra fría por la Asamblea

La guerra fria por la Asamblea

La conformación del Consejo de Administración Legislativa (CAL), donde reposan los siete sillones que dirigen la Asamblea, se anuncia entre murmullos como la primera medición de fuerzas entre el oficialismo y la oposición.

Aún no arranca la Legislatura, pero ya empiezan los impases. La conformación del Consejo de Administración Legislativa (CAL), donde reposan los siete sillones que dirigen la Asamblea, se anuncia entre murmullos como la primera medición de fuerzas entre el oficialismo y la oposición.

El 14 de mayo, cuando asuman las nuevas fuerzas políticas, los 137 legisladores deberán votar por la conformación del CAL, donde las bancadas del PSC y CREO-SUMA tienen derecho a una vocalía cada una. Y aunque ambos bloques (que prevén reuniones en los siguientes 10 días para resolver internamente el tema) mocionarán a un candidato de consenso por su formación, será PAIS el que decida.

“La oposición tiene el derecho, pero nosotros tenemos los votos”, recuerda con capacidad de síntesis Bairon Valle, oficialista reelecto por el Guayas.

PAIS y sus aliados, con 74 escaños en el Parlamento (cinco por arriba de la mitad más uno, 69), han prometido “una Asamblea de diálogo” en palabras de su más votado, José Serrano, quien se perfila para dirigir el primer poder del Estado. Pero eso no se contrapone a una certeza con la que ya cuenta la oposición: “Vamos a ser exigentes con el perfil de las altas dignidades. Deben ser representantes que faciliten la búsqueda de acuerdos”, insiste Valle a EXPRESO.

La réplica: “Sería un desacierto que no respeten la voluntad de una bancada y quieran imponer un nombre, cuando el país ha votado por mayores consensos”, señala el jefe del bloque socialcristiano Henry Cucalón, en conversación con este medio.

La posibilidad ha creado una guerra fría entre un oficialismo y una oposición aún por conocerse. Los comentarios, en su mayoría fuera de grabadora, se traducen en una presión inaugural para Guillermo Celi y Cristina Reyes, los más votados de la alianza CREO-SUMA y el PSC, respectivamente, quienes todavía sin ratificaciones han contado con un tácito apoyo de los suyos para aspirar al cargo.

En esta guerra no declarada es el presidente Rafael Correa quien ha dado sin querer una luz contraria a la probabilidad de veto contra Reyes y Celi. “En cierto sentido ser el más votado le da mayor legitimidad para el cargo”, dijo esta semana en una reunión con su bloque, en referencia al liderazgo virtual de Serrano en la Asamblea. La oposición cree que la misma vara debería servir para medir a sus vocales.

Pero el cabildeo tiene hilos finos. PAIS, en boca de portavoces no oficiales como la legisladora Soledad Buendía, ha bendecido antes del bautizo a los reelectos Patricio Donoso (CREO-SUMA) y Luis Fernando Torres (Cambio-PSC), a quienes considera “oposición de altura”.

La mano tendida incomoda. Ambas formaciones han sido arrojadas, reconocen los círculos partidistas encargados de la decisión interna, a un dilema: evitar un posible desaire público a uno de los suyos en la inauguración o marcar una línea roja de no retroceso desde el primer día.

La aparición de Donoso y Torres con visto bueno del oficialismo guarda lógica con el período anterior. Ambos legisladores fueron invitados por la todopoderosa mayoría saliente a la crucial Comisión de las Enmiendas, que debatió la reelección indefinida. En PAIS creen, según los consultados para este reportaje, que son opositores “con los que se puede dialogar”. Una cuestión de estilo.

De ese estilo no depende solamente la silla. También los resultados. “Creo que la decisión final del partido dependerá de quién pueda lograr con más facilidad el trámite de los proyectos del bloque, que es de lo que se trata el CAL”, considera Torres, quien a diferencia de Donoso ha aceptado públicamente su predisposición al espacio por definir.

El debate no es inerte. Tiene conexión directa con un precedente: en 2015 los verdeflex vetaron la opción de consenso opositor, Diego Salgado (CREO). Esta vez, sin embargo, la renovada pero disminuida mayoría de PAIS elegirá algo más que una vocalía: una seña de identidad para la etapa que se abre.