Guerra comercial Trump-China: proxima fase

Puede que en la cumbre del G20 en Osaka el presidente estadounidense Donald Trump y el presidente chino Xi Jinping hayan acordado reanudar negociaciones sobre comercio, pero la salida a la guerra comercial sigue lejos; ambos líderes llegaron a un acuerdo similar en la anterior cumbre del G20, en Buenos Aires, y acabaron en el fracaso porque Trump confundió la actitud conciliatoria de China con debilidad. ¿Cómo podría proseguir la guerra y qué puede hacer China para protegerse? Los aranceles a la importación pueden mantenerse estables en el futuro previsible, sin aumentar ni disminuir. El acuerdo en Osaka evitó que Trump cumpliera su amenaza de imponer aranceles adicionales por $300 mil millones de exportaciones chinas. Pero no hizo nada por revertir las medidas pasadas, como la subida arancelaria de 15 % a 25%, sobre unos $200 mil millones de exportaciones que aplicó la administración Trump tras el fracaso de la última ronda de conversaciones. Es probable que sus efectos se profundicen con el tiempo. Pero habrá más posibilidades de que China persuada a EE. UU. a eliminarlos o, al menos, no seguir elevándolos si se abstiene de tomar represalias con aranceles por su cuenta. En lugar de ello, debería centrarse en reducir su superávit comercial bilateral con EE. UU. en sus propios términos. Los aranceles de Trump han dañado más a las empresas y consumidores estadounidenses que a China. De hecho, la oposición a la guerra comercial de Trump ya se está intensificando en EE. UU. Los efectos de esa guerra ya se han hecho sentir en la inversión transfronteriza. Los costes de producción chinos han impulsado a muchas empresas extranjeras (y cada vez más incluso a compañías chinas) a reubicar sus operaciones en países más baratos, como Vietnam y Tailandia. La administración Trump quiere que las empresas estadounidenses abandonen China y está ansioso por excluir a las compañías tecnológicas de las cadenas de valor globales. China tiene tres opciones: dejar de participar en las cadenas de valor globales; mantener su compromiso con la integración, esperando que las interconexiones actuales acaben por hacer que las sanciones contra las compañías de alta tecnología afecten también a sus contrapartes estadounidenses; o centrarse en apoyar los esfuerzos de las empresas de alta tecnología locales por fortalecer sus propias posiciones dentro de las cadenas de valor globales y desarrollar planes de contingencia. También debe prepararse para la guerra de divisas. Las instituciones financieras chinas deberán prepararse para más problemas, incluido el riesgo de quedar excluidas del derecho a usar el dólar estadounidense y servicios de importancia, como mensajería financiera de la Sociedad Mundial de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias (Swift) y el Sistema de Compensación y Liquidación Interbancarias (Chips), castigo que pocas firmas pueden sobrevivir. China sigue su proceso de reformas y apertura que ya lleva 40 años. Hoy debe centrarse en redoblar esfuerzos por fortalecer derechos de propiedad, adherir a la neutralidad competitiva y defender el multilateralismo. Para cumplirlo será necesario encontrar maneras de manejar las crecientes tensiones con EE.UU. y evitar una costosa y potencialmente devastadora reconfiguración de la economía mundial.