Guayaquil: lugar interregional

De Guayaquil se habla y se escribe mucho. Y, por cierto se lo seguirá haciendo, con o sin razón o certeza, porque su vida y lo que ha construido en sus 482 años de permanencia lo requieren. Incluso de esta urbe se imaginan y creen cosas que pudieron o no darse. Pero más allá de esto, todos están de acuerdo en afirmar que la ciudad atrae. Algunos dicen que es como un verdadero imán socioeconómico.

Precisamente por este hecho y efecto de atracción que ejerce sobre los habitantes de otras ciudades y regiones, a lo largo de la historia se ha ido constituyendo en un crisol y escenario de la diversidad de ellos. En efecto, no se exagera cuando se define a Guayaquil como una urbe receptora de inmigrantes procedentes de todos los lugares del país. Hasta del exterior.

Esta capacidad que ella tiene de atraer y recibir, sin rechazar, sino más bien de integrar, es lo que la ha creado y recreado como la ciudad más interregional y de arribo de la diversidad étnica y sociocultural del Ecuador. Por esto no se equivoca quien dice que la urbe se ha constituido en el lugar de mayor integración de personas que vienen de distinta procedencia.

En la ciudad de Guayaquil hay una historia socioeconómica y demográfica que nos habla de relatos en los que se da cuenta de un fluir permanente de gente que viene del interande, que decide radicarse aquí y guayaquileñizarse. Esto se constata en los apellidos y hasta en las singulares organizaciones de manabitas, azuayos, lojanos, ambateños, ibarreños, riobambeños, etc.

Es importante comprender que este flujo permanente de ecuatorianos que proceden de los Andes y que aquí se radican es un aspecto que ha sido señalado y destacado históricamente. Especialmente cuando se han estudiado los procesos de mayor dinamismo socioeconómico, tanto de la agroeconomía mercantil de exportación cacaotera y tabacalera, cuanto de la bananera y de otros productos.

De ahí que en este mes en que la ciudad conmemora 482 años de su fundación y traslados sea el más oportuno para señalar y reconocer esta situación. Pero también para darle la importancia que tiene esta característica de inclusión permanente y de continuo mestizaje que define a Guayaquil. Es bueno y positivo que esto sea continuamente reconocido y valorado como uno de los grandes referentes de la urbe, de ayer y de hoy.