Guayaquil y la Luftwaffe

En una ocasión el príncipe Carlos de Inglaterra no se cortó en decir que la Luftwaffe había hecho menos daño al paisaje de Londres que muchos arquitectos contemporáneos. Más allá de lo exagerado que podía parecer dicha afirmación, ponía en evidencia las -a veces- desacertadas intervenciones arquitectónicas y alteración de muchas edificaciones patrimoniales de esa ciudad.

Poniéndolo en contexto local, es posible afirmar que además de los daños sufridos en la arquitectura de Guayaquil por causas naturales, atribuidas al tiempo de los edificios o por otras de origen antrópico como los incendios, ha sido la especulación inmobiliaria, la poca efectividad de las leyes, el desinterés de la comunidad y la labor de los propios arquitectos los más destructores factores de nuestro patrimonio. Baste recorrer la ciudad para encontrar que muchas de las destrucciones de nuestra arquitectura patrimonial han sido causadas por absurdos criterios de intervención que han recibido el aval de las autoridades correspondientes.

El medio que más se ha utilizado para la sustitución de las edificaciones antiguas ha sido el pretexto sanitario, declarándolas ruinosas o en peligro de colapsar, autorizando su demolición, aun cuando consten en las declaratorias de bienes patrimoniales, como lo que sucedió con el antiguo Hotel París del Malecón, convertido en un lote vacío.

Además de los malos criterios de intervención, algunos no tan evidentes como la mala aplicación cromática en las fachadas, como en la iglesia de San Francisco o el hospital Luis Vernaza, hay otros más absurdos y paradójicos, como el tratar de convertir en antiguas obras racionalistas y modernas, o el de modernizar algunas neoclásicas como una forma de borrar el pasado. Verdaderos referentes de algún período de la historia de nuestra ciudad han sido alterados de manera irreversible, como los edificios Max Müller, INCA, Fiore, Calero o el Hotel Metropolitano, alterado en dos ocasiones, cada una peor que la anterior. Ya lo dijo Carlos de Inglaterra, muchos arquitectos han hecho más daño que los bombardeos de la Luftwaffe.