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Guayaquil y sus diez pilares geonaturales

No hay sociedad urbana o rural sin base geonatural, la cual hace su hábitat. Sobre ella se erigen relaciones y procesos humanos que crean, recrean, tejen y reproducen el colectivo humano inacabado, que hace de cronologías, eventos y logros, en el transcurrir productivo y creativo, la historia de esa colectividad. Este es un presupuesto de sociedad, que se sustenta en factores socioeconómicos, humanos, demográficos y en la variedad múltiple que producen sus diversas etnicidades, con sus expresiones culturales y simbólicas. Esto es lo que hay que explicar de Guayaquil.

Sus fundadores de ayer y sus herederos de hoy deben observar, reconocer y valorar cuáles son los soportes de su riqueza geonatural: esteros, río, manglar, llanura, isla, golfo, playas, clima tropicálido, bosques secos y cerros. Estos diez factores comprenden y hacen el hábitat y el ambiente geofísico del colectivo humano que históricamente se asentó, se reproduce y permanece durante 482 años. Esto nos dice que los diferentes grupos étnicos, sectores socioeconómicos y culturales que aquí se han asentado han sabido usar esos diez elementos, hasta hacerlos referentes de su perfil, identidad y matriz del ser, modo de ser y hacer de los guayaquileños.

Reconocer y saber cómo estos factores, en una singular dialéctica sociedad-naturaleza lo han recreado y proyectado como hábitat social, espacio socioeconómico y geopolítico de Guayaquil es importante. Significa que comprendemos qué valor, importancia y sentido histórico damos a esta relación que Guayaquil construye históricamente con ellos.

Por eso no se trata de tener solo una percepción e interpretación geográfica de estos, sino de poseer una comprensión de cómo y cuánto estos elementos han influenciado, condicionado y moldeado las singulares y múltiples formas de ser del guayaquileño.

Que este mes de julio nos sirva para transitar de la mirada física-geográfica de estos diez elementos, a una comprensión verdaderamente socioeconómica y cultural del rol desempeñado tanto por los hombres como por estos medios, en esa dialéctica de desafío-respuestas, que fueron tejiendo la urdimbre del Guayaquil histórico como ciclo social de larga duración.