El Grupo de Lima

El Grupo de Lima se formó el 8 de agosto 2017 en la capital peruana para encontrar salidas a la crisis en Venezuela. Entre otras cosas, exige la liberación de los presos políticos en el país sudamericano y critica la ruptura del orden democrático. Doce países americanos, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú conforman el llamado Grupo de Lima.

¿Y Ecuador? Por desgracia faltó el Ecuador que se respalda en el respeto a la soberanía de los estados. Criterio obsoleto ya que si se analizan los temas tratados en las reuniones efectuadas por este grupo, no encontraremos ningún objetivo que se proponga violar la tal soberanía. Lo que han hecho estos respetables países es buscar la fórmula para ayudar a Venezuela, cuya crisis no hay que ni discutirla, para que pueda superar el escollo en que se ha metido, e integrarse nuevamente a nuestro continente, como un país democrático.

Reflexionemos alguna vez y nos vamos a dar cuenta de que no podemos dejar que un casi analfabeto como Maduro siga manejando un país en la forma totalmente equivocada como lo está haciendo. Venezuela es un país muy rico y solo las torpezas que se han cometido al gobernarlo, lo tienen prácticamente en la quiebra. Como sudamericanos nos duele ver la situación que vive la mayoría de sus habitantes. Los que pueden huyen a Colombia jugándose la vida para buscar algo de comida y un poco de trabajo para poder subsistir; además, muchos de ellos pasan al Ecuador para quedarse en nuestro país o pasar al Perú y Chile.

Otro destino. Por otro lado, las noticias sobre lo que están sufriendo aquellos que decidieron huir a Brasil, nos conmueve, ya que el norte de ese país es la parte con menos recursos de ese gran Estado. Se están formando verdaderas favelas para poder protegerse de las inclemencias del tiempo y esperan, así como en Colombia, alguna ayuda del Gobierno o trabajo para no vivir de la caridad.

Y que conste que la oposición venezolana ha tratado de hacer todo lo posible para conseguir un acuerdo con Maduro y sus áulicos, a fin de impedir que el pueblo, que se atreve a protestar por la falta de alimentos, salga a las calles, a recibir gases, palos o prisiones de las fuerzas bolivarianas, las que se ensañan con los que solo piden pan.

La situación de la oposición venezolana. La oposición venezolana ha sufrido todo tipo de humillaciones. La Asamblea que ganaron con el voto popular, fue reemplazada por un organismo inventado a última hora. Figuras políticas internacionales se presentaron a intervenir como mediadores para buscar una solución. Todas las reuniones han fracasado pese a que los delegados de la oposición solo pedían la libertad de los presos políticos y elecciones libres. Todo fue negado. Los delegados presididos por el presidente de República Dominicana tuvieron que aguantar desaire y medio.

Con todo este panorama, debemos seguir sosteniendo que, con el mal entendido concepto de la soberanía de los pueblos, el resto de los estados deben de estar cruzados de brazos mirando cómo se violan los derechos humanos y tantos tratados suscritos se incumplen.

Creemos que ya es tiempo de que se revise el Derecho Internacional y que se recurra a efectuar una transformación total del mismo, como lo vino reclamando el Dr. José María Velasco Ibarrra cuando era profesor de la Universidad de Chile. Él escribió el libro Derecho Internacional del Futuro, porque, desde esa época, se dio cuenta de que, mientras no se cambie el criterio de lo que debe ser un grupo de normas que deben regir las relaciones internacionales, este no servirá para nada.

Por nuestra parte sostenemos que, cuando estudiamos en la Facultad de Jurisprudencia, aprendimos una gran cantidad de definiciones de Derecho pero en todas se hablaba de la coercibilidad. Si no hay coercibilidad, no hay derecho. Y en el Derecho Internacional los juristas no se han atrevido a imponerla por lo que lo convierte en un derecho imperfecto.

Pero, así y todo, por lo menos a los países latinoamericanos nos queda la posibilidad de aislar a Venezuela, retirar a sus embajadores, como ya algunos lo han hecho; en otras palabras, aislarlo de la comunidad internacional para ver si así comprenden Maduro y su gente que tienen que cambiar su sistema político. Claro que todavía se sentirá fuerte teniendo a la ALBA (que no representa nada) como apoyo o confiando en el silencio de la Unasur que ahora solo significa un edificio, ya que la mayoría de sus miembros han buscado a Lima para convertirse en un grupo serio que le hará conocer con valentía el rechazo que sienten al ver cómo se desgrana ese país rico que fue Venezuela hasta la llegada de Chávez y con tan mala suerte que también llegó a caer en manos de Maduro.