Grave deterioro institucional
Lo que era una dolorosa sospecha se está convirtiendo en intolerable realidad: las elecciones en el Ecuador están sometidas a toda clase de triquiñuelas, determinando que no sea la voluntad popular la que se exprese en los resultados dados a conocer, ni lo establecido en las leyes correspondientes lo que permite calificar a los candidatos.
Lo del ahora célebre cura Tuárez indigna por el cinismo de que hace gala el personaje, aunque más por la lenidad con que respecto a su caso procedieron las autoridades electorales, que no debieron de aceptar, por diversas violaciones a las leyes que rigen el proceso, inscribir su candidatura.
“Nunca he sido afiliado al partido socialista”, clama el ahora presidente del Cpccs, pero luego señala que se desafilió. ¿Quién lo entiende? ¿Cómo puede desafiliarse de un partido al que nunca se vinculó puesto que su presencia en él, según reiterada declaración, se debió a la falsificación de la firma?
Mal andamos, y para colmo de males, con absoluta desconfianza en que las próximas elecciones no se darán en un marco de plena pulcritud, sin las reiteradas sospechas de todo tipo, que la ciudadanía ha venido sufriendo respecto de manipulaciones orientadas a desvirtuar la voluntad de los votantes.
No pueden entonces tomarse a la ligera las denuncias que dos vocales del Consejo Nacional Electoral vienen haciendo. Pita y Verdesoto son gente seria que no puede poner en riesgo su credibilidad haciendo acusaciones sin fundamento. En cualquier caso, los partidos políticos deberían asumir la clarificación de las mismas, antes de que el proceso electoral próximo inicie su convocatoria; y una buena medida sería la de llevar a la Asamblea Nacional a los responsables de vigilar la corrección de los procedimientos.
Claro, podrá aducirse que le estamos pidiendo a la vid que produzca higos. Sin embargo, alguna voz habrá entre los asambleístas que se conduela por el vergonzoso espectáculo que se está escenificando y permita avanzar aunque sea en una pizca de transparencia.
Lo que no puede ocurrir es que sigamos contemplando en silencio el deterioro institucional.
“El Consejo Nacional Electoral tiene que recuperar la confianza ciudadana...”.