Grandes misterios del cristianismo

En esta semana se conmemora uno de los más grandes misterios de la religión cristiana, la pasión y muerte de Jesús, junto a otro misterio estremecedor: el nacimiento de Jesús de las virginales entrañas de María.

Durante largo tiempo este misterio atormentó a los doctores de la Iglesia, que no encontraron argumento satisfactorio para justificar la virginidad de María antes del parto, en el parto y después él, hasta que en uno de los concilios el filósofo Duns Escoto encontró el argumento que satisfaría la necesidad de contar con algo sólido que solucionara el gran misterio de la concepción y el nacimiento de Jesús. Ese argumento fue, al parecer, sencillo. Si Dios es todopoderoso, la virginidad de María tenía que producirse para justificar la encarnación de Dios. Desde entonces el dogma de la virginidad de la madre de Jesús forma parte de la doctrina cristiana, especialmente de la católica. Y no solo esto, sino que el culto a la madre virginal de Jesús es uno de los más extendidos y amados por los católicos y por las organizaciones religiosas.

Ciertamente que si Dios es Todopoderoso, y si no lo fuera no sería Dios, la virginidad de su madre era una cualidad que se imponía y así vive ya por largos años y se extiende por todo el orbe, en las más diversas advocaciones. En el Ecuador, la de la Inmaculada Concepción y la de Dolorosa del Colegio son muy extendidas, aunque la Virgen de Fátima y la de la Merced también son advocaciones muy queridas, y una de ellas es la patrona del Ejército.

Pero no solo el misterio de la virginidad de María conmueve a los católicos. También la muerte de Jesús, su resurrección y su ascensión a los cielos luego de mostrarse a sus discípulos una vez resucitado, y después de aparecer en algunos actos con grandes concentraciones de fieles, son misterios que a veces conmueven con la duda a los fieles que deberían pensar que las cosas de Dios no son fácilmente asimilables por la finita naturaleza humana.

El cristianismo ha pasado por grandes tribulaciones. Las catacumbas, el circo romano, la inculpación del incendio de Roma, la ruptura de la doctrina, los cismas, la corrupción, y todas tienen nombre: Nerón, Lucero, Calvino, Borgia. Y sin embargo supervive ya veinte siglos.