Glas y Lasso: el ultimo duelo del ano
La presión política terminó obligando al vicepresidente Jorge Glas a romper el silencio. Y más allá: cargar contra el candidato Guillermo Lasso
La presión política terminó obligando al vicepresidente Jorge Glas a romper el silencio. Y más allá: cargar contra el candidato Guillermo Lasso que, junto al resto de la oposición, exige la renuncia del número dos del correísmo de cara a los escándalos de corrupción en las petroleras estatales y las coimas de Odebrecht en Ecuador.
El duelo ha sido epistolar. El candidato a la reelección buscó zanjar así el cerco político en su contra que incluye demandas en la Fiscalía, pedidos de renuncia y el impulso de un juicio político con un comunicado público. Es la primera vez que Glas responde a esa presión: “No voy a renunciar, no tengo por qué hacerlo”.
En su carta, el rostro de los sectores estratégicos del correísmo deja clara la postura oficial: la negación. Y tilda de calumnias las acusaciones en su contra, atribuyendo los ataques opositores a la “desesperación por la certeza de una nueva derrota”.
Este es un Glas rotundo, sin titubeos, aunque por escrito. Se deslinda por completo de las corrupciones en las que han quedado envueltos sus subordinados (“su acusación es tan absurda como decir que si un empleado suyo hubiera cometido un delito en su banco, usted sería culpable”). Y puesto ya a la tarea de responder, ha decidido también atacar políticamente, echando mano del feriado bancario para atribuirlo a Lasso, a quien se referirá en siete ocasiones como “el banquero Lasso”.
La respuesta no ha tardado y ha llegado por la misma vía, una carta abierta que, esta vez, muestra al Lasso menos sutil de lo que va de la campaña.
En pocas líneas, el candidato de CREO ha sacado a relucir sin alusión directa temas tabús de la imagen del vicepresidente: la acusación del plagio de su tesis, la condena legal por violación de su padre y las corruptelas en los sectores estratégicos.
En palabras de Lasso, la carta de Glas es “un bodrio”, que “cualquier estudiante con una tesis mediocre -pero hecha por él- habría escrito mejor”.
Refiriéndose al vicepresidente como “el eterno secundón”, le ha restregado sin decoro “el profundo orgullo que siento por la vida limpia y esforzada de mi padre”, continúa Lasso como preámbulo para entrar en la materia: la corrupción, a la que sitúa como “travesuras que -poco a poco- nos enteramos se han dado en los sectores estratégicos a su cargo”.
Ambos, a su manera, a su estilo, han prometido una fiscalización, en el intercambio. Glas pide una de los últimos 50 años para desnudar cómo actuaron “el poder político y los medios de comunicación”; Lasso ha sido más directo y ha prometido que un eventual gobierno suyo se conocerá “la responsabilidad de cada uno de ustedes”, dice en una carta firmada, con la intención de revertir la carga negativa, como “el orgulloso banquero Lasso”.
Es la antesala de la campaña, que iniciará el martes.