Daños. Balzar, Pedro Carbo, Quevedo y Santo Domingo fueron las zonas más afectadas por los asaltos.

El ganado porcino esta en la mira de los cuatreros

Primero, los cuatreros encañonaron al capataz y a su esposa. Acto seguido, los amarraron y cargaron el botín en un camión: un verraco; nueve hembras, cinco de ellas preñadas y dos recién paridas; dieciocho lechones... También se llevaron un televisor de 42 pulgadas, una bomba de riego, una escopeta y alimento balanceado. Y para culminar el saqueo, envenenaron a tres perros de raza bóxer. En total, más de 13.000 dólares en pérdidas.

El 19 de marzo de 2014, Jonathan Montiel, propietario de la finca, pensó en abandonar la ganadería porcina. Era el cuarto balzareño que sufría un robo de idénticas características en pocos meses. Pero sus compañeros lo animaron para que no claudicase. Así que a la mañana siguiente interpuso una denuncia en la Fiscalía, con la esperanza de que los responsables pagaran por aquel ultraje.

No solo no averiguó quiénes habían perpetrado el asalto, sino que los episodios continuaron produciéndose con igual ‘modus operandi’.

A lo largo de ese año y principios de 2015, diez campesinos de los alrededores sufrieron ataques similares. A una compañera le arrebataron cuarenta ejemplares; a otro, sesenta; a un tercero, cerca de cien... Los abigeos casi destruyen el sector porcino de la zona. “Las víctimas solían ser pequeños productores, pero también entraron a algunas granjas grandes, como la de un señor que posee seiscientos animales y seguridad privada”, resalta a EXPRESO.

Tras aquella oleada, Montiel y sus colegas constataron que había más afectados “en Quevedo, Pedro Carbo...”. Y en Santo Domingo de los Tsáchilas también se registraron al menos dos casos durante los primeros meses del año pasado. Una de las víctimas perdió cuarenta puercos y la otra, una veintena. Aunque los delincuentes siguieron el mismo método que habían empleado en Balzar, Ángel Chuquirima, que preside la Asociación de Porcicultores de Santo Domingo, ignora si una única banda llevó a cabo todas las acciones.

Algunos balzareños, arruinados, se salieron del negocio. Pero siguiendo el ejemplo de quienes se dedican al sector bovino, Montiel impulsó la creación de la Asociación Balzar Produce, compuesta por unos treinta porcicultores, “la única” del ramo en la provincia de Guayas y cuyo proceso de legalización finalizará en breve.

Porque frente a las 120 asociaciones que aglutina la Federación de Ganaderos de Ecuador (Fedegan), cuya actividad se centra en las reses, apenas hay un puñado con personalidad jurídica que defienda los intereses de los productores de cerdos en Quito, Matas (Oriente), Balsas (El Oro), El Triunfo, Santo Domingo o el propio Balzar, entre otras localidades. “No tenemos peso”, critica el líder de este colectivo guayasense.

Los ataques coincidieron con la subida de precios de la carne porcina registrada en 2014, que convirtió a los marranos en el objetivo perfecto. A diferencia de las vacas, son animales “manejables y fáciles de faenar”, su rastro se pierde más rápido...

Así que en noviembre y diciembre de 2015, la época del año en que más actúan los cuatreros, debido a que los caminos vecinales se encuentran en mejor estado por la ausencia de lluvias, tanto él como sus compañeros comenzaron a realizar patrullajes preventivos nocturnos con la Policía Nacional. Y, al menos por el momento, esa tenaz labor de vigilancia ha disuadido a los bandidos, “Desde entonces, se lo piensan dos veces antes de atacarnos”, atestigua.

El pasado 1 de febrero, este diario remitió un mail al Ministerio del Interior, a través de su departamento de Comunicación, para solicitar distintas cifras relacionadas con el abigeato en Ecuador. Tres días después volvió a pedir los mismos datos, así como una entrevista con un representante de dicha cartera para “contrastar” las valoraciones de los afectados, entre los que figuran productores de cerdos. Pero hasta la fecha no ha obtenido respuesta.