Con el mercurial Donald Trump instalado al mando de la principal potencia del mundo, la tarea se convierte en algo casi más parecido a prácticas adivinatorias de la antigüedad que a un ejercicio de ciencias políticas modernas.

Quien gana y quien pierde en la era Trump

Prever desarrollos geopolíticos futuros es un deporte de alto riesgo. Con el mercurial Donald Trump instalado al mando de la principal potencia del mundo, la tarea se convierte en algo casi más parecido a prácticas adivinatorias de la antigüedad que a

Prever desarrollos geopolíticos futuros es un deporte de alto riesgo. Con el mercurial Donald Trump instalado al mando de la principal potencia del mundo, la tarea se convierte en algo casi más parecido a prácticas adivinatorias de la antigüedad que a un ejercicio de ciencias políticas modernas.

Así, el mundo aún no es capaz de interpretar los códigos que maneja Trump. La incertidumbre en torno a su política exterior no tiene precedentes recientes.

Aun así, es posible trazar un arco de reflexiones sobre quién gana y quién pierde en el atlas geopolítico con el advenimiento de este populista extremo a la Casa Blanca.

El resultado es un mosaico lleno de espejismos, con aparentes victorias que tienen mucho peligro de convertirse en derrotas, y al revés. En él no podemos excluir al Ecuador que, según expertos en relaciones exteriores y en negocios, va a tener que hilar muy fino para concertar en términos que no perjudiquen nuestras políticas.

Ganan (en apariencia)

Israel

Se halla en primera línea entre los beneficiados inmediatos. Goza de barra libre para acelerar la colonización. Cuenta con el plácet de la nueva Casa Blanca y por ende con la garantía de un veto estadounidense contra eventuales resoluciones de condena en la ONU. Pero la aparente victoria acarrea el gran riesgo para Israel de ver acentuado su creciente aislamiento internacional.

Reino Unido

Theresa May fue la primera líder extranjera recibida por Trump tras las elecciones. Allá donde Obama respaldaba la unidad europea, el nuevo presidente es un partidario del brexit. Pero la verdad es que la relación se llena de insidias. Los brexiters quieren convertir a su país en un campeón del libre comercio, lo contrario que Trump. Y propugnan una política exterior muy divergente de la del magnate.

China

Con EE. UU. en clamorosa zozobra, la segunda potencia mundial tiene una gran oportunidad para afianzarse como alternativa en la escena global. Xi Jinping se presentó en Davos como nuevo gran adalid del libre comercio. Pero, como bien saben en Washington, ejercer protagonismo global acarrea serios esfuerzos y dudan de que la clase dirigente china esté preparada para asumir la primacía.

Rusia

Hace dos años el Kremlin se hallaba en un grave estado de aislamiento internacional. La alianza occidental estaba bastante unida ante el desafío ruso. Ahora no solo que Moscú refuerza su influencia en Oriente Próximo, sino que tiene en Trump una oportunidad para volver a abrir un diálogo con EE. UU. y afianzar así el tan anhelado estatus de potencia global con la que hay que contar y negociar.

Trabajadores estadounidenses

Las políticas proteccionistas del presidente republicano y el prometido esfuerzo en inversión infraestructural, tanto estatal como privada, hacen creer a muchos que los trabajadores estadounidenses se verán directamente beneficiados. Pero el balance final exhibiría muchas dudas: por un lado, la industria manufacturera tiende inevitablemente a robotizar cada vez más sus tareas; por el otro, los proteccionismos a menudo frenan las economías, por más poderosas que sean estas. Y ese particular detalle, al parecer, no ha sido calibrado en su real dimensión por el equipo económico de Trump.

Pierden (en apariencia)

Unión Europea

La retórica de Trump deja intuir poco menos que un deseo de desintegración de la Unión. EE. UU. ha sido un apoyo y baluarte de la unidad de los europeos durante décadas. Su alejamiento constituye una pérdida. Pero quizá también un estímulo poderosísimo para comprender que en la escena global actual es indispensable permanecer unidos.

México

Muro físico, barreras comerciales, amenazas de impuestos a las remesas. El horizonte mexicano no podría ser más sombrío. Líderes carismáticos podrían aprovechar el profundo sentimiento que la hostilidad trumpiana provoca entre los mexicanos para unir a la sociedad en un esfuerzo de modernización, reducción de la dependencia de EE. UU. y mayor y más fértil mirada hacia el resto del continente.

Oriente próximo

Queda a años luz el discurso de Obama en la Universidad de El Cairo y su mano tendida al mundo musulmán. Entre la retórica de Obama y sus hechos hubo distancia; pero mayor parece ser la distancia entre Obama y Trump en este apartado. Muchas son las derivadas negativas que pueden afectar a la región como consecuencia de las políticas de Trump.

Ecuador

En 2004 Trump arribó a Quito para asistir a la coronación de la Miss Universo. Durante su visita mostró interés en desarrollar infraestructura hotelera, algo que se truncó por los procesos que se abrieron a la organización del concurso de belleza. Ahora es poco probable que considere un acercamiento, pues es contrario a los acuerdos de libre comercio y defensor de aranceles a los productos que EE. UU. importa.

Estados Unidos

El daño a la imagen global del país es, probablemente, ya formidable. Gusten o no sus valores e ideas, es evidente que EE. UU. ha fundado su liderazgo global a lo largo de un siglo sobre su capacidad de atracción del mejor talento del mundo al margen de su origen. Sobre la admiración por sus valores y cultura. Las grietas abiertas en este frente, a este paso, podrían resultar muy graves. Las alianzas históricas, también, ya se tambalean. Europa muestra su molestia, la ONU y el Vaticano han criticado el veto a los refugiados, se notan chispas en la relación con la OTAN o con Australia. Pero ya en el pasado el país ha demostrado saber reponerse de las dificultades, y quizá salga vacunado del virus populista antes y mejor que otros.

Sin novia y sin boda por el decreto antiinmigración de Trump

Una boda sin novia: la decisión de Donald Trump de bloquear la entrada de viajeros de siete países musulmanes a Estados Unidos rompió el corazón de un novio estadounidense, dejó en shock a su prometida iraní y congeló sus planes indefinidamente.

Roozbeh Aliabadi, un consultor de empresas de 32 años, y Zhinous, una arquitecta de 31 años, se conocieron en una fiesta en Teherán dos años atrás y se enamoraron. Se casaron en junio pasado en Irán, pero no hubo boda.

Aliabadi regresó a Estados Unidos y presentó un pedido a las autoridades para traer a su esposa, feliz con la idea de mostrarle el país que ama, de poder celebrar el casamiento aquí e instalarse. El plan de Zhinous era hallar un empleo, mientras que Aliabadi iba a aplicar a un programa de doctorado en una universidad.

El 17 de junio, en los días finales del gobierno de Obama, supieron que la residencia permanente de Zhinous había sido aprobada. En éxtasis, la pareja pensó que estaría reunida para el día de San Valentín, el 14 de febrero.

Pero 10 días después, Trump suspendió las visas para ciudadanos de siete naciones (incluida Irán) por 90 días para revisar los procedimientos y determinar si se endurecerán las reglas de ingreso.

“Estoy con el corazón destrozado”, expresó Aliabadi a la AFP en una entrevista telefónica desde Pittsburgh, Pensilvania, donde está instalada su familia.

“No creo que podamos tener una boda si no tenemos una novia”, dijo. “Francamente, dejamos de hacer planes”.

Normalmente Aliabadi no exhibe públicamente su vida personal. Pero esta vez decidió colgar una foto de su pareja en Twitter con un mensaje para Trump.

En la fotografía, Zhinous viste una camisa escocesa y lleva el pelo trenzado. Él luce un bléiser y una camisa.

“Nuestro amor será más fuerte que tu prohibición y tu muro”, escribió Aliabadi. El tuit rápidamente se tornó viral.

“A todos nos importa que Estados Unidos sea seguro”, declaró a la AFP.

Aliabadi dice que ha sufrido prejuicios por ser musulmán, pero nada equivale al decreto antiinmigrante, ni siquiera en los días posteriores a los ataques del 11 de setiembre de 2001.

Más de un millón de iraníes viven en Estados Unidos. Un total de 35.000 iraníes visitaron el país en 2015, con visas.

Zhinous fue aprobada como residente, pero aún aguarda un visado. Para conseguirlo debe viajar al extranjero, ya que la embajada estadounidense en Teherán cerró luego de la Revolución Islámica de 1979. El proceso será largo y caro.

“¿Qué tipo de opción me queda? Si mi esposa no puede venir a Estados Unidos, eso significa esencialmente que Trump me está echando de Estados Unidos. O que debo divorciarme, lo cual no es una opción”, indicó.

Aliabadi cuenta que ahora pelea en dos frentes: uno en Estados Unidos, para mostrar que los iraníes respetan la ley y que son buenas personas, y otro con Zhinous. “Estoy tratando de decirle a mi esposa: ‘No escuches a nuestro 45º presidente... Es realmente un gran país’. Pero ella no lo entiende. Se encuentra en estado de shock”.

Un eterno optimista (su lado estadounidense, bromea), confía en que el decreto expirará y que su esposa podrá venir.

Pero sus suegros y algunos de sus parientes viven en Irán. La pareja planificaba viajar bastante entre las dos naciones. ¿Qué sucederá si eso se torna difícil?

Como muchos iraníes, tienen familiares repartidos por todo el mundo, una consecuencia de la Revolución de 1979. ¿Podrán conseguir visas para venir a la boda?

“Le dije: ‘Cariño, mira el lado positivo. En cinco años o seis años o 10 tendremos historias realmente divertidas para contar a nuestros hijos”, relató Aliabadi.