El futuro no pertenece a los globalistas
Fueron las palabras de Donald Trump en las Naciones Unidas (ONU). Le gusta hacer noticias como ningún otro en la historia de EE. UU.; algunas son desagradables, en contra de las creencias de esa gran nación y denigra la majestad de un cargo tan importante. Trump quiere implementar una política de aislamiento o firmar tratados a su capricho. Ha hecho severas críticas a los socios comerciales de su país, como Europa. Quiere imponer solo su voluntad. Ordena a las compañías de su país a que cierren sus operaciones en China y produzcan dentro del país, como si fuera dueño de EE. UU.
Años atrás, cuando en la ONU estaban reunidos los presidentes o representantes de los países miembros, causó hilaridad al decir que era el mejor presidente que ha tenido EE. UU. Al escuchar las risas burlonas preguntó por qué se reían y dijo: “It is OK” (está bien) y siguió hablando. Tiene un ego como ningún otro mandatario. Interviene en la política de otros países, como en Inglaterra. No tiene el menor interés en el protocolo que debe seguirse, ejemplo cuando caminó adelante de la reina Isabel. Ha amenazado con salirse de todas las instituciones multilaterales que EE. UU. promovió. Ofende a los países y luego alaba a sus presidentes, es el caso de México y AMLO, y otros. Quiere inmiscuirse en el manejo de la política monetaria y ha ofendido de palabra al presidente del Fed (Banco Central). Dice horrores a los dirigentes de los demócratas e incluso a los de su propio partido, como sucedió en la campaña presidencial cuando afirmó que el padre de Ted Cruz, uno de los candidatos republicanos, había estado involucrado en el asesinato de John Kennedy.
Sobresale por sus permanentes mentiras. Comenzó a pretender cambiar la realidad desde el día siguiente de la ceremonia de su posesión. Afirmó que había tenido mucho más público que su predecesor Barak Obama. La prensa mostró fotos y la diferencia fue a favor de Obama. La prensa también lleva un registro de sus mentiras o distorsiones de los hechos, alrededor de 11.000. No tiene vergüenza en ser desmentido. La mayoría de los medios de comunicación lo critican. Penoso.