Funestos errores

Hemos sido víctimas del tsunami socialista del siglo XXI, con esa pléyade de salteadores que no solo saquearon los fondos públicos, sino que a otros niveles, como en salud, descalabraron una estructura creada bajo un diseño creciente, proactivo y piramidal que garantizaba idoneidad y resultados.

Destilando odio, la asiática titular de salud amputó la cima de la pirámide construida con gran esfuerzo, desorganizándola y generando un caos del cual hasta la fecha no hemos podido recuperarnos, al haber decapitado a todas las cabezas blancas que fueron el sustento del éxito asistencial y que con su aporte generoso, desinteresado y jerárquico, contribuyeron a la formación de innúmeras generaciones de médicos, habiendo su miserable gestión terminado con la mayor parte de especialistas mediante el criminal Decreto 813, que puso en boga la folclórica renuncia “voluntaria”, que incluía la prohibición de su contratación.

De esta manera se fracturó la línea proyeccional formativo-asistencial integrada por internos, residentes en sus diferentes especialidades y categorías, médicos de planta y jefes de servicio, dejando a la barca del saber, del conocimiento y de la práctica médica, completamente a la deriva. No contenta con la destrucción que originó, se lanzó en contra de las sociedades médicas representativas del clasismo galénico, convirtiéndolas en estructuras en plena indefensión profesional.

¡Qué orgullo sentían los médicos cuando en los concursos para jefes de servicio veían en otros países que el primer requisito era ser mexicano o ser argentino de nacimiento. Entre nosotros, otrora, las jefaturas de servicios o departamentales eran ocupadas por médicos ecuatorianos con experiencia, a diferencia de lo que sucede actualmente, en que en muchos lugares esas responsabilidades las ocupan médicos extranjeros, muchas veces sin capacidad ni experiencia.

No tenemos nada contra los médicos foráneos, pero sí causa tristeza ver como en otras latitudes se honra y respeta la nacionalidad de los candidatos como primer requisito para optar a dignidades de alto rango.

Y sigo andando...